A veces pienso que el
tiempo pasa demasiado rápido para todo menos para el olvido. Recordé una
canción romántica que decía algo así; me costo poco enamorarme de ti y mil años
tratar de olvidarte.
Era tan cierta.
–De nuevo aquí afuera,
¿por qué te gusta tanto estar sola?
Me quede quieta pensando
si responderle o no, podía seguir fingiendo que estaba dormida descansando en la
seguridad de la hamaca.
–No te vas a deshacer
de mi Emily, soy tu padre y sé bien que estas fingiendo.
Abrí los ojos
lentamente– Lo sé, pero no perdía nada con intentarlo.
Comenzaba a sentirme
demasiado sobreprotegida mientras avanzaba mi embarazo. La pancita comenzaba a
notárseme mas en este segundo trimestre y eso parecía afectar a mis padres y
demás familiares, como si nunca hubieran visto una joven embarazada antes de mí.
–Y bueno, ¿no vas a
responderme?
Suspire– Creo que me
estoy volviendo melancólica, nada más. Estoy extrañando algo que nunca fue mío.
–Te dije cuando eras
pequeña que no podía comprarte el carrusel, salía de mi presupuesto. –Le dirigí
una mirada enfadada, lo que él respondió con una sonrisa agotada– Sé de que me
estabas hablando pero fue mejor así, él no te merece y sé que lo único que ha
hecho el tiempo es quitarte el enojo que sentías por el abandono.
Me levante con un poco
de dificultad de la hamaca, donde había estado cavilando– Tienes razón, ya no
me siento enojada con él. Supongo que él quería tanto que sus padres lo
aprobaran que casarse fue la única manera que encontró, solo lamento que no
pensara eso antes de habernos encontrado.
O esa había sido mi
última respuesta a su casamiento. Últimamente gastaba mi tiempo en eso.
Papá me dio la mano
para guiarme dentro de la casa– No lo lamentes, vas a tener un hijo y él no se
merece eso. Por el contrario, tu hijo necesita ser amado.
Trate de sonreír– Si,
él necesita mi amor y nada más.
Solo que desearía
tener un padre para él… pensé en mi interior.
Últimamente sentía
ansias de verlo, pero me abstenía con todo mí ser, esperaba con demasiada
desesperación que me llegara un mensaje de alguien contándome algo que no
quisiera oír de Paul, como por ejemplo que su mujer estuviera embarazada y él
encantado con la noticia. Eso sería material para una pesadilla, una terrible
para mí.
–¿No tienes nada que
hacer? –Le pregunte de pronto al recordar que era medio día– Generalmente estas
trabajando a esta hora.
Disfrute un poco del
que comenzara a rascarse la cabeza, un signo de que estaba preocupado por algo.
Y era un gesto que estaba haciendo muy seguido este último mes.
–Necesitaba un tiempo
a solas… muy lejos de tu abuelo. Juro que nunca nos hemos llevado bien.
–Si te sirve de
consuelo, el abuelo piensa igual que tu.
O quizás pensaba peor,
el abuelo juraba que no le agradaba a papá ni siquiera cuando era un bebé.
Aunque no debía ni
siquiera pensarlo, me encantaban sus disputas, a veces solían pelear como si
fueran niños, hasta buscaban excusas cuando uno perdía. Aunque siempre
terminaban cuando la abuela los regañaba a ambos.
Lamentablemente aunque
me divertía con sus peleas, no me alejaba el suficiente tiempo de mis
pensamientos, era como si tuviera un imán que atrajera los recuerdos que no
quería a mi cabeza. No me hacía sentir muy bien el que tuviera una veta
masoquista en mi subconsciente.
–No me sirve de
consuelo que tu abuelo piense así, y menos cuando vea a tu madre. Me ha estado
jalando de las orejas como un niño cada vez que peleo con mi padre, a veces
juraría que me trata como Edward. –Me reí– Hablando de mi mocoso, ¿cómo estará?
No he hablado con él desde ayer…
–Enfréntate a mamá
ahora, Edward estará feliz de que lo llames en unas horas más cuando no este
ocupado con Kate.
Haciendo muecas se fue
a encontrarse con mamá.
Por la tarde ya me
había rendido de lo que sea que estaba pasando allí abajo, sentía la voz de
papá retumbar hasta mi cuarto, y eso era decir algo ya que estaba en el segundo
piso y lejos de su estudio. Y definitivamente debía estar desahogándose con
toda su alma porque ya llevaba treinta minutos gritándole a quienquiera que
estuviera al otro lado de la línea. Y algo raro en mí, me sentía curiosa.
Y cuando la curiosidad
golpeaba había que hacer algo.
Fui hasta el pasillo y
con cuidado, aunque no lo necesitaba por la manera en que estaba gritando papá,
descolgué el teléfono. La conversación que se estaba dando al otro lado de la
línea me dejo asombrada.
–Suegro, sigo tratando
de disculparme y usted no me deja…
–Ni voy a dejarte,
¿cómo se te ocurrió la brillante idea de mandar a Luke a ayudar a tu amigo? Si
te tuviera a mi lado…
–Se que estaría
muriendo por asfixia.
–Que bueno que lo
sepas… quiero que le digas a Luke que vuelva, por alguna razón no contesta mis
llamadas.
Por el tono en que lo
decía, él sabía que Heath estaba involucrado en ese asunto.
–Él lo hace porque
sabe que le va a ordenar que vuelva y él ya esta comprometido con el caso de
Paul.
Paul…
¿Qué estaba sucediendo
aquí? ¿Qué caso?
Tenía tantas ganas de
hacer esas preguntas en voz alta, que me mordí la parte interna de la mejilla
por mi falta de buen juicio.
–Si no le molesta
suegro…
–¡Claro que me
molesta!
–No se inmiscuya en
nuestros asuntos, estamos llevando bien la oficina sin usted. –Le gruñó de
vuelta Heath.
–Si claro, aceptando
casos que nos pueden costar bien nuestra oficina. ¿Qué crees que sentí cuando
me llegó la amenaza de que nos iban a desalojar de nuestro edificio? Mejor
dicho “mí” edificio. Porque según había un negocio de drogas encubierto en él,
y que la policía iba a comenzar a investigar. He trabajado desde que me gradué
en esa oficina y no para perderla.
–Suegro lo estoy
manejando lo mejor que puedo, pero el padre de…
–Si, lo sé. El padre
de la esposa de ese granuja es un todopoderoso empresario al que le teme medio
país en Francia, pero me vale poco cuando se esta metiendo conmigo y eso no me
gusta.
–No puedo dejar a Paul
así, le prometí ayuda…
–Ayúdalo tú.
–No tengo suficiente
experiencia… –Dijo Heath en un suspiro.
Después de un breve
momento, papá volvió a hablar– Eres lo suficientemente capaz hijo, solo debes
decidirte a hacerlo.
–Solo le pido este
favor, deje que Luke se encargué del caso. Yo me puedo encargar del resto…
Haciendo memoria,
trate de ubicar el nombre de Luke… en la oficina había solo un Luke y era el
encargado de…
Oh no.
Era Luke McKensie,
abogado de divorcios.
Con cuidado de que no
notaran nada, colgué el teléfono y volví a encerrarme a mi cuarto.
Estaba sentada en mi
cuarto a oscuras por tercera noche consecutiva, aun pensando en lo que ocurría
a mí alrededor sin que me enteraba. ¿En verdad se estaba divorciando Paul? ¿Cuál
era mi papel en esto? ¿Tenía un papel?
No.
No creía tenerlo.
Mi teléfono me produjo
un mini infarto al cantar a mi lado una canción roquera, que sabía no tenía
porque estar ahí. Conteste con vacilación.
–¿Aló?
–Sal al patio trasero
ya.
Me cortaron al
terminar de decir esas palabras pero reconocía esa voz donde fuera, lo que me
asustaba. Aunque más asustada estaba que se escuchaba agitado como si estuviera
corriendo por su vida.
Me arme de valor y
tome mi abrigo de la silla donde lo había dejado.
Corrí por las
escaleras como poseída y salí al patio trasero, no había nadie a la vista.
–No puedo creer que
haya caído en una broma. Aunque tal vez estaban llamando a alguien más… –Después
de todo, no habían mencionado el nombre de nadie en específico.
–Pss…
El ruido venía entre
los árboles que rodeaban el jardín. Me acerqué a pesar que mi mente me decía
que no lo hiciera, y lo supe de inmediato por la mano que cubrió mi boca.
Intenté gritar pero
esa mano y el cuerpo que me rodeaba me lo impedían.
–¡Mon Dieu! C’est moi.
Estas bien Emily, soy yo, no te resistas.
Me separe de él y lo
mire de hito en hito– ¿Cómo puedes estar aquí?
Paul me miro
avergonzado– Quería verte y creo que no he perdido mi tiempo en esto.
Me atrajo de nuevo a
él, haciendo que mi espalda se pegara a su pecho y antes de darme cuenta sus
manos estaban recorriendo mi estómago. ¿Cuándo me había abierto el abrigo? Y
porqué aun podía hacerme sentir tan desnuda cuando llevaba puesto un vestido
azul debajo del abrigo.
–Pa-para… ¿qué crees
que haces?
–Toco a mi hijo.
–Suspiró en mi oído– ¿No pensabas decírmelo?
Lo aparte de un golpe–
¿Quién te crees que eres para decirme eso? ¿Por qué debería contarle a mi hijo
de ti? –Al ver su cara descuidada y con una expresión dolida sentí ganas de
abrazarlo pero no podía echarme atrás– Además, qué le voy a decir cuando pregunte
por ti, que estas casado y que por eso papi no puede estar con nosotros… eso no
me suena bien.
Se rasco
descuidadamente la barba– No tengo excusa para eso, pero hubiera sido agradable
que me lo contaras cuando lo supiste. Te puedo ayudar a…
–¡No necesito tu
caridad! –Le grite.
–Tu no, pero mi hijo
necesitará de mí. –Me exasperaba tanto.
–No quiero nada de ti.
–Susurre.
Sus brazos me
atrajeron de nuevo a un abrazo y aunque tenía ganas de oponerme lo deje que me
abrazara.
–No tengo ganas de
hablar contigo.
–Entonces solo te
abrazare. –Apoyo su barbilla sobre mi cabeza.
Lo tenía aquí junto a
mí. No podía desperdiciar la oportunidad única que tenía para preguntar al fin
lo que me molestaba desde hace tiempo.
–Paul… ¿por qué lo
hiciste?
Suspiró– Me
chantajearon. –Me asuste pero el siguió abrazándome– Emocionalmente. ¿Sabes? Siempre
he querido que mis padres se fijaran en mí, nunca han tenido tiempo para mi. Mi
padre siempre ha estado pendiente de su carrera política y mi madre… Bueno,
ella nunca ha tenido instinto maternal. Por eso termine en un internado. –Su
mano me acarició el cabello– Mi padre me dijo que por fin me veía como alguien
importante a sus ojos, pero que lo arruinaría sino me casaba con Gabrielle.
Algo similar me dijo mi madre…
–¿No tienes más
familia? –Le dije algo enojada con los idiotas que tenía por padres.
–Tengo una tía; es muy
estricta, tanto que mando a mi prima al convento. Digamos que era muy rebelde,
nos metimos en varios problemas mientras éramos pequeños. –Un beso me cayó en
mi frente– Recuerdo un poco a mi abuelo paterno, él era muy bueno, un hombre
increíble. Claro que, se retiró de la vida cuando murió mi abuela, lo de ellos
fue un amor de verdad. Sobre la familia de mi madre, solo sé que no tiene.
–¿No te has contactado
con tu abuelo? –Negó con la cabeza– Tal vez deberías, podría ser la solución.
Tirando uno de mis rizos
sonriéndome– ¿Se acabo tu enojo?
–Todavía estoy
enojada, pero no puedo evitar sentir... pena por ti.
Una mano me piñizco la
mejilla– Conozco un secreto para que se te acabe. –No espero a que le
respondiera para besarme.
Cuando se separo de mi
me sentía débil, así que me aferre a su camisa. Y aproveche para mirarlo
detenidamente; vestía unos pantalones vaqueros y una camisa verde de mezclilla.
–Estas bastante
descuidado, ¿no?
Me sonrió encantado–
Claro, eso pasa cuando huyes.
Lo agarre de la camisa
y lo sacudí. Ahora sabía como se sentía Robin con Alex, pero juraba que Paul
era más centrado antes.
–¿Cómo es eso?
–Digamos que mi
suegrito se entero de la demanda de divorcio… –Me miro de reojo– Me estoy
divorciando, por cierto.
Me sonroje de culpa–
Ya lo sabía. –Su cara de sorpresa cubrió mi visión– Aléjate.
–¿Cómo lo supiste?
Solo lo sabe Heath y Luke, claro también su secretaria. Pero ninguno se lo
habría dicho a nadie.
Jugué con su camisa
mientras trataba de pensar que decirle, al final no supe que inventar– Escuche
una conversación entre Heath y Papá, hace tres noches.
–Vaya, pues así es; me
divorcio. –Enredo sus dedos en mis rizos– No escuches conversaciones a
escondidas es feo.
–No me regañes como si
fuera una niña, o me largo. –Dije haciendo ademan de irme a casa pero me detuvo
antes de moverme.
–No te vayas, como te
decía vengo huyendo, hace poco más de una semana casi me sacan a la fuerza de
la casa de Heath. Gracias a Dios que escuche a tiempo que estaban entrando a la
casa, pero eso no evito que tu hermana casi se pusiera de parto por el miedo
que sufrió.
Me quede en shock– ¿De
qué estas hablando? Si a Zoey le hubiera pasado algo, ella nos hubiera llamado.
Negó suavemente– No
querían asustarlos, Zoey esta bien pero salí de la casa en cuanto lo supe, no
quería arriesgarme a que volviera a pasar.
–¿Cómo sabes que quien los
mando era tu suegro?
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