– Ya lo
apago, maldita cosa. –Abrí los ojos de inmediato.
– ¿Heath?
Heath apagó
la alarma y la dejo de nuevo en su mesilla de noche. Me miro algo desorientado,
probablemente porque le había preguntado.
– ¿Qué? Ah
ya entendí. –De pronto sonrió– ¿Quieres hablar sobre como no resistes una
botella de vino?
Me sonroje,
ahora recordaba que había pasado después de hacer el amor; Heath se había
vestido y luego me había ayudado a vestirme a mi también y luego habíamos
bebido una botella de vino que había comprado en la tienda, según para que
aprendiera lo que era beber algo de buen sabor. Nos la bebimos pero luego…
Creo…
Me
emborrache.
Sentí como
el color cubrió mis mejillas de a poco como si fuera cámara lenta.
– Recuérdame
que no te vuelva a dar vino. Te vuelves algo… –Dijo sonriendo– desinhibida.
Me sonroje
aun más. Si, lo recordaba todo ahora.
Recordaba
haber jugado con mi lengua en cierta parte de su cuerpo y también haber gritado
por más y más cuando lo habíamos vuelto a hacer en su cuarto. No más bebidas
alcohólicas para mí.
– Solo tengo
una pregunta, ¿qué hago aun aquí? –Dije acomodándome la sabana que me cubría.
Heath se me
acercó dándome un beso en la frente– No te pude despertar después de que te
quedaras dormida como un tronco. Pero prometo llevarte a tú casa ahora mismo si
quieres.
Puse mis
manos en mi cara– Creo que sería bueno que me llevaras a casa ahora.
Heath se
levanto de la cama, llevaba puestos unos bóxers negros que no recordaba haberlo
visto colocándoselos. Aun así,
adormilada y severamente noqueada por la resaca que amenazaba en el fondo de mi
cabeza, se me hacía agua la boca al verlo solo con los bóxers. Lo admito, ¡era
una pervertida total! ¿Sería mucho pedir que se los quitara?
Heath me
observaba mientras yo disfrutaba de la vista.
– Zoey. –Me
hizo una seña con su dedo índice– Ven a ducharte bebé. Empecemos el día bien.
Salte de la
cama no importándome estar desnuda. Heath me abrazo y me levanto agarrándome de
los muslos, enrede mis piernas a su cintura y comenzamos a besarnos como los
dos locos perdidamente enamorados que éramos.
***
Papá daba
vueltas y más vueltas en la casa, en un principio pensé que era por la
presencia del abuelo. Éste se veía demasiado feliz para mi gusto y por alguna
razón se había quedado en casa después de la fiesta a diferencia de Betsy y
Vincent que se habían ido en la madrugada con Marcus.
Pero luego
me pase por la habitación de Zo y me di cuenta que no estaba, su cama seguía estando
hecha. Por lo que veía al pie de las escaleras, Edward estaba más que feliz en la sala con su
amiga especial así que no quise molestarlos preguntándoles sobre Zoey que de
seguro estaba con Heath.
Zoey estaba
al alcance de una llamada pero papá no entendía eso. Me acerque al teléfono que
estaba escondido al pie de la escalera y marque el número de Paul antes de
darme cuenta de lo que estaba haciendo, y lo peor es que contesto antes de que
yo pudiera cortar.
Y no iba a
cortar ahora, no era una cobarde.
– Hola, ¿hay
alguien ahí?
Me aclare la
garganta– Si, lo hay, mira quie...
– Emily. No
quiero hablar contigo, ya entiende de una vez. –Su voz se había vuelto fría
cuando me contestó y antes de poder responderle me había cortado.
Abrace el
teléfono y me quede bastante rato quieta sin saber que más hacer. Las lágrimas
amenazaban con caer de mis ojos pero mi mente no las dejaba caer como tampoco
podía aceptarlas. No podía, eso era para los débiles y yo no lo era.
Pero, ¿Por
qué me trataba así? ¿Qué había hecho? No podía entenderlo.
– ¿Por qué
lloras? –Me gire para ver al abuelo Fred. Me asustó pero más me asustó saber
que en verdad estaba llorando. De inmediato me sequé las lágrimas con la manga
de mi pijama.
– No pasa
nada. –Dije mirando hacia otro lado, no lo había visto llegar y eso
irónicamente le daba sentido a porque papá caminaba tan silenciosamente– Voy a
desayunar.
El abuelo
colocó su mano sobre mi hombro y francamente no supe si asustarme o sentirme
feliz de que me mostrara afecto ya que nunca lo había hecho.
– Quiero
hablar contigo, ¿puedo? –Asentí. Era de esperar que quisiera algo, eso desinfló
mi anterior emoción– ¿Dónde podemos hablar?
Le hice una
seña indicándole las escaleras– En mi cuarto nadie nos molestará.
El abuelo
asintió– Te sigo.
Subí a mi
cuarto lentamente con el abuelo detrás de mí. Cuando llegamos; le deje entrar y
luego cerré la puerta.
Me senté en
mi cama y le indiqué la silla del escritorio pero sorprendentemente él se sentó
a mi lado en la cama.
– Sé que no
somos amigos. –Me dijo inmediatamente.
Lo mire de
reojo– Si. –Le respondí.
Se quedo
callado un momento antes de hablar– Quiero que sepas que lamento eso.
Mis hombros
se cayeron un poco, estaba preparada para la batalla que siempre teníamos, no
para esto.
– Ya.
– Hablo en
serio Emily, lo siento. En verdad que lo siento pero detesto verme reflejado en
ti. –Pegué un respingo– Si, te pareces a mi tanto o más que tu padre, yo diría
que más. En fin, somos testarudos y orgullosos. Una habitación no es suficiente
para nosotros dos solos, necesitamos más espacio que eso para nuestros egos.
– ¿Cuál es
tu punto? –Le pregunte, los escalofríos no paraban de recorrer mi espalda.
El abuelo
suspiró– Quiero entregarle su parte de la herencia a tu padre y él ha aceptado.
–Lo mire de inmediato, eso no era posible– Pero… eso no lo hace feliz, y odio
decirlo pero siempre he creído que él sería más feliz con su herencia. Cuando
le dije que ya no tendría que trabajar tanto como lo hace actualmente casi pude
ver como la luz que iluminaba su mirada se apagaba frente a mí.
– Papá es
más feliz en un juzgado que en Disney. Ser abogado es su razón de ser, siempre
le ha gustado defender al débil de las injusticias del mundo. –Le dije con
convicción.
El abuelo
asintió– Si, tienes razón. Pero aun quiero darle esa parte por lo menos para
que a ustedes nunca les falte nada.
Jugué con las
manos en mi regazo– ¿Qué papel cumplo en esta conversación?
– Es difícil
pero mis demás nietos no son tan… brillantes como tú y Edward además que
ustedes no han visto todos los lujos de los que los otros se han rodeado, no se
han dejado llevar por nada. –Suspiró con pesadez– En fin, lo que más me gusta
de ustedes es que tú tienes esa actitud de nunca dar marcha atrás y Edward un
ingenio con un talento único para las matemáticas y sería maravilloso si se
orientará a algo bueno, pero no tiene el instinto de pelea como tú…
– ¿Qué pasa
con Zo? –Le pregunte al escuchar que no la nombraba y más porque me asustaba
como el demonio que hablara de mí con orgullo marcado en su voz.
El abuelo
sonrió, siempre lo hacía cuando hablaba de Zo. Siempre había sentido algo de envidia
por ello.
– Ella es…
como Shenny, tiene demasiado corazón como para aplastar a la competencia del
mundo de la hotelería. –Me miro sonriendo– Tu y yo, combatiríamos a la
competencia por el amor a la guerra y a la victoria. Y a veces solo por el placer
de hacerlo.
– Por la
satisfacción de ver al otro derrotado y tu en la cima con los vencedores.
–Sonreí. Siempre había sido competitiva y lo peor es que no me molestaba en
nada serlo.
El abuelo
soltó una carcajada– ¿Ves a lo que me refiero?
Asentí– Pero
aun no sé que es lo que quieres de mí.
El abuelo
medito un minuto– Quiero que te hagas cargo de los intereses de tu familia. Que
te hagas cargo de lo que les corresponde a tus hermanos y a ti.
Me quede
anonadada por lo que me estaba diciendo– Pero aun ni siquiera termino la
universidad, todo lo contrario; estoy comenzando.
Él desestimó
mi comentario con un movimiento de su mano– Yo te enseñaría todo lo que
tuvieras que saber, podrías seguir estudiando leyes o… estudiar el negocio
hotelero con una Administración en Hotelería. Claro, yo pagaría cada uno de tus
gastos y necesidades que tuvieras, no hay problema.
Sacudí la
cabeza eso quería decir…– Tendría que irme a vivir contigo.
Él asintió
firmemente– Si, tendrías que vivir conmigo.
Lo mire
preocupada y confundida. Había algo dentro de mi que gritaba porque quería
entrar al reto y otra parte de mi gritaba porque no quería dejar el hogar y a
mi familia. Me abrace el cuerpo al no llegar a un consenso con las partes. El
abuelo vio mi preocupación y me tomo entre sus brazos.
– Prometo no
ser un viejo metiche si vienes a vivir conmigo, te daré un departamento ¿Eso es
lo que le gusta a los jóvenes, no? Un lugar para ellos sin padres o abuelos
molestos a su lado.
Le sonreí–
Si.
– Bien, te
daría un auto para que te movieras en la ciudad aunque preferiría que tuvieras
un chófer, aunque si lo quieres solo tienes que pedirlo.
Abrace al
abuelo de vuelta– Abuelo, quiero algo.
El abuelo me
miro a los ojos– Dímelo y te lo daré.
Me encantaba
su convicción cuando no era para algo malo como un contrato de matrimonio– ¿Me
abrazas cada vez que extrañe a mi familia?
El abuelo me
miro enternecido– Te abrazaré aunque no extrañes a tu familia porque te debo
muchos abrazos y cariños mi pequeña.
Con la voz
temblorosa le conteste a la pregunta con más importancia de mi vida– Acepto, me
iré contigo y me haré cargo de la herencia de mi familia. Voy a vivir contigo.
Sin más me
puse a llorar. A llorar porque iba a dejar a mi familia pero si no volaba del
nido ahora nunca lo iba a hacer y esto no solo me beneficiaría solo a mí sino
que a toda mi familia.
Y lloré
porque sabía que en el fondo no quería estar más cerca de nada que me recordará
a Paul y a Mitch que también me había hecho mucho daño. Pero por sobre todo a
Paul que ya no merecía ni una lágrima pero no podía evitar dejarlas caer por él.
Y lloraba
porque ya no podía creer en los hombres, por lo menos sentimentalmente.
– Llora mi
pequeña, el abuelo te va a cuidar de ahora en adelante, no te preocupes.
Asentí y
deje que me acariciara el cabello como solía hacer papá cuando era una niña
pequeña.
***
Mire mi
plato, no estaba acostumbrada a comer tanto en las mañanas y menos una montaña
de huevos revueltos. Siempre era mi cereal o mi café.
– ¿No vas a
comer? Oh no, no me digas. No te gusta. –Heath tenía cara de espanto le sonreí
y me comí una gran cucharada de huevo.
– Me gusta
pero ¿no creerás en serio que todo esto entra en mi estómago?
Heath no
tenía idea de que hablaba– ¿Acaso no?
Seguí
comiendo. Era extraño pero aun no recibía llamadas de nadie y eso me estaba
preocupando.
– Nadie me
ha llamado.
Heath asintió–
Si, nadie. Ni siquiera Emily te ha llamado. Voto porque nos vayamos ahora a tu
casa algo debe estar pasando.
Asentí pero
antes de levantarme de la mesa alguien entro por la puerta– Hola, ¿qué haces
aquí Zoey? Y en vestido de fiesta aun.
Mire al padre
de Heath; estaba vestido con pijama o mejor dicho con el pantalón de pijama. Me
sonroje de inmediato pero antes de que nada más pasara Heath me cubrió los ojos
con sus manos.
– ¿Qué te
pasa viejo? ¿No conoces la moral? –Heath estaba gruñendo.
Escuche la
risa de su padre– Estoy en mi casa, se supone que aun estas durmiendo, nunca te
levantas antes de las nueve de la mañana para ir a clases y además se supone
que no hay mujeres aquí; aparte de la ama de llaves que hoy no trabaja y Louis
que esta durmiendo aun. ¿Qué dices a eso?
Quite las
manos de Heath de mi rostro, su padre aun seguía con su amplio torso
descubierto ahora sabía de donde había sacado Heath ese cuerpo. El señor Tanner
no tenía ni una pisca de grasa en ese cuerpo, cuando joven debía de haber sido
todo un rompe corazones, me pregunte si Heath lo era en Francia. Lo mire y este
enarco una ceja.
– No seas
pervertida. –Eso causo la risa de su padre y mi enojo, así que lo piñizque.
– Me alaga
que mi hijo este celoso porque su novia me mira. –Y sonaba encantado– Ahora les
digo que se vayan de una vez porque tu padre Zoey debe estar que se come vivo a
alguien.
Heath
rezongó– Si, ya nos vamos.
Su padre nos
hizo unas señas– Vamos muévanse de una vez. Y si Edward les dice algo solo
díganle que yo los estuve vigilando.
Le sonreí
agradecida y Heath se dio un abrazo luego salimos haciendo unas cuantas señas
para despedirnos.
Cuando subí
al auto volví a revisar mi móvil pero aun no tenía señales de vida de nadie,
quería llamar pero era mejor llegar primero a casa. Aun no sabía que iba a
decir y Heath había comenzado a hacer andar el auto.
– ¿Qué vamos
a decir cuando lleguemos a casa? –Le pregunte algo nerviosa.
Heath me
miro un instante antes de seguir conduciendo– Estaba pensando; Nos quedamos en
mi casa después de ir a la playa y nos quedamos dormidos. No es lo mejor que se
me ha ocurrido pero es… factible, supongo.
Su poca
seguridad me asustaba aun más pero era mejor eso que decirle a papá que
habíamos estado haciendo y además que aparte de eso me había emborrachado. Que
vergüenza.
– Me parece
genial. –Le sonreí apenas.
El viaje a
casa me pareció realmente rápido. No quería bajar cuando el auto se estacionó
en la entrada de la casa.
– Zoey, es
hora de que bajemos y que seamos responsables… por un momento.
Con un
suspiro salí y me dirigí hasta la puerta de la casa. La abrí con la llave
escondida y entre esperando encontrar de inmediato a mis padres al otro lado
pero no había nadie y se escuchaba unos cuantos alaridos desde la sala.
Le hice una
seña a Heath que estaba detrás de mí y seguí hasta mi cuarto. Me cambie de ropa
rápidamente y salí para reunirme con Heath que me esperaba fuera de mi
habitación. A diferencia de él que estaba tan relajado con su ropa sport yo me
puse un vestido celeste con unas bailarinas, peiné mi cabello con las manos y
estaba lista. Bajamos sin hacer ruido y entramos con todo a la sala.
Todos se
quedaron callados. Todos eran; Papá, mamá, Emily y el abuelo. Por alguna razón
Eward no estaba.
– Hola.
–Saludamos Heath y yo.
Papá gruño
algo inentendible– Ustedes… voy a hablar con ustedes después que resuelva esto.
Emily se
levanto del sofá, aun estaba en pijama– No hay nada que resolver me voy de aquí
con el abuelo, él me va a cuidar. No es como si me escapara de casa para irme
con el circo.
– ¡Te vas!
–Grite y señale al abuelo que estaba frunciéndole el ceño a Heath a mi lado–
¿Cómo que te vas? ¿Y con él?
El abuelo se
enderezó en su asiento– Como es eso de “él”.
Me acerqué a
él y le piñizque la mejilla– Aun no estas perdonado por ese tonto trato que
hiciste con el abuelo de Heath, ¿cómo pudiste?
El abuelo se
veía en verdad arrepentido– Pero mi pequeñita yo pensaba en lo mejor para
todos… pero no pensé bien todo. ¿Me perdonas mi Zoey?
Hice un
puchero– Promete que nunca más harás algo tan malo como eso. ¡Promételo!
El abuelo se
levantó quedando por sobre mi, era un hombre muy alto– Lo prometo mi pequeñita.
Nunca más haré nada como eso de nuevo, excepto si ese primo tuyo Rick no se
endereza le he dicho a Jessy que haga algo con él, lo mismo con Henry pero no
hacen nada por quitarle todos esos pirsin de la cara.
Nos reímos
de eso, el tío Henry estaba casado con la hermana de papá y Rick era la oveja
negra de la familia. Después de eso nos abrazamos y deje que me diera un beso
en la frente haciéndome cosquillas con su barba. Todo volvía a la normalidad,
ya que, nunca había podido enojarme con él, sentirme dolida tal vez pero nunca
estar enojada.
– Bien, ya
hicimos las paces todos aquí presentes, no hay nada más que…
Papá gruñó
de nuevo– No te vas a ir de aquí.
– Si, me
voy. –Emily comenzó a pasearse– Quiero ir, es la mejor oportunidad que me pudo
haber ocurrido en mi vida, iré a la universidad y me haré cargo de algo
importante…
Papá tenía
cara de desesperación– Pero es que eres mi niñita…
– Y ahora ha
llegado la hora en que salga del nido para seguir mi vida. Para conseguir una,
por favor papá entiende eso. Quiero ir.
Mamá colocó
su mano sobre la de papá– Nuestra pequeña ya creció y este es el momento cuando
nos damos cuenta de ello.
Papá estaba
triste– Si es lo que más quieres, es lo que tendrás. Sé lo que quieras ser y ve
donde quieras estar. Yo estaré rezando por ti y por tu futuro.
Emily sonrió
encantada cuando papá le extendió los brazos. Yo también estaba feliz por ella
y algo triste por separarme de mi hermana pero siempre podía ir a verla.
Papá se dio la vuelta– Y
ahora ustedes dos…
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