El tipo que
estaba pegado en la valla tenía una cámara de video, estaba grabando lo que
estaba del otro lado de la valla; la pelea de Paul y Vincent. Lo siguiente que
supe fue que Heath le había arrancado la cámara de las manos con una patada y
después que había derribado al tipo.
– Oh mi
Dios. – Me acerqué hasta Heath, – Quieres…
Antes de que
pudiera terminar, él ya estaba sacudiendo la cabeza, – ¡Ve por la cámara y
corre dentro de la casa!
Asentí y
salí corriendo a la casa, pase por alto la pelea que había parado y seguí hasta
la casa. Abrí la puerta de un golpe ¿quién rayos la había cerrado?
Probablemente yo. Me sacudí ¿cómo podía pensar eso ahora? Eso no era
importante.
Corrí al
estudio, pasando a traer los jarrones de porcelana de mamá. ¡Ay no! Eran de
colección. Seguí corriendo hasta la puerta, la abrí de golpe y vi algo que no
me apetecía. Me cubrí los ojos con las manos dejando caer la cámara de video.
– ¡Voy a
quedar ciega! – Grite. La risa de papá me hizo quitarme las manos de la cara. –
No es gracioso, para nada.
– Claro que
lo es. – Papá aun reía, detrás de él mamá estaba arreglándose la ropa como si
fuera de lo más normal.
Claro que no
era gracioso ver a tus padres más cercanos de lo usual, una cosa era verlos
besándose muy a gusto pero era muy distinto ver a tu madre a hojarascas encima
de tu padre y sin decir que ella no tenía mucho en la parte de arriba.
¡Uaks!
Escuche el ruido típico de una cámara de video cuando soltaba el disco, lo cual
me recordó por lo que estaba aquí.
– ¡Ya! Venía
por algo más, tenemos que ayudar a Heath.
Papá gruño,
– ¿Se esta peleando con Vincent también?
Le fruncí el
ceño enojada porque dijera eso, – No, vamos tenemos que ir a ayudarlo, – Papá
me miraba dudoso, – Bien, un resumen; había alguien extraño en la valla y
fuimos a investigar, luego Heath se encargo de él y yo vine por ayuda. ¡Vamos!
Eso si llamo
la atención. Se apartó de inmediato de mamá y se me acercó. – Vamos.
Salí
disparada de nuevo evitando los jarrones quebrados, solo esperaba que mamá no
agregara más días a mi castigo por eso, si es que eso era posible. Mientras
pensaba eso Papá iba detrás de mí y por la maldición que escuche él había visto
los jarrones.
Trate de
enfocarme en Heath y seguí corriendo. Cuando llegamos a él, aun mantenía al tipo en el suelo, aunque ahora de
cerca veía que su pelo estaba más revuelto y no era solo eso, su labio inferior
tenía una mancha muy parecida a sangre… era sangre. Me puse nerviosa.
– ¿Qué paso?
– Papá saco a Heath de encima del tipo y le dedico una mirada a este último.
Me alegre de
ver que no estaba mejor que mi Heath.
Heath se
removió incomodo. – No es nadie que valga la pena.
El
desconocido pego un gemido de dolor cuando papá lo incorporó. – Deberías
pensarlo mejor; Si te demanda va a tener valor. – Papá gruñó hacía Heath.
Me acerque a
él para limpiar su boca ensangrentada con un pañuelo desechable que tenía en mi
bolsillo. – ¿Estás bien? – Heath asintió pasando un brazo por mí cintura
apretándome contra él.
– ¿Tienes la
cámara? – Susurro contra mi oído. Asentí. – Bien, ¿cómo están nuestro par? –
Señalo con la cabeza el patio detrás de nosotros. Me encogí de hombros.
– No tengo
ni idea, me preocupa más ese labio partido que tienes ahí. – Enfatice tocando
su labio. – Que dos cabezas duras que
creen que aun estamos en la edad de piedra para que necesiten golpearse como
cavernícolas para solucionar sus problemas.
Heath
intento sonreír pero de inmediato gimió por su labio, de inmediato coloque mi
mano en su labio de nuevo. – Me encanta verte preocupa por mí, no sabes como me
gustaría agradecerte como se debe, pero supongo que será para otro día.
– Mejor
vamos dentro para que pueda cuidar de ti.
Justo en ese
momento papá sacudió al tipo. – ¿Qué hacías aquí?
– Solo
quiero mi cámara y me iré. – La mirada que le dio a Heath lo dijo todo,
apostaba a que si tuviera la oportunidad se lanzaría sobre Heath.
Pero al
parecer las palabras que dijo no eran las correctas. Papá lo agarró firmemente
y lo llevo hacía el frente de la casa. – Ustedes entren ya los sigo.
Asentí por
reflejo, pero luego mire con desconfianza a papá ¿qué iba a hacer con ese
hombre? En fin, de todas formas me deje arrastrar de vuelta a la casa por
Heath.
En cuanto
llegamos al umbral de la puerta me preguntó. – ¿Dónde dejaste la cámara?
Hice un
corto viaje a mi memoria y me sentí ruborizada, – Se me cayó en el estudio. –
No era mi intención recordar lo que había visto, si pudiera me lavaría los ojos
con jabón.
Heath se
toco el labio lastimado antes de hablar. – Vamos, recojamos esa cámara y
después me dices el motivo de ese sonrojo. – Me guiñó un ojo, en ese instante
me di cuenta de que estaba conteniendo la risa. Iba a golpearlo pero sus
palabras lo salvaron. – Te ves adorable toda roja, dan ganas de llevarte a un
lado y ver hasta donde cubre todo ese color.
– No te voy
a dar el placer… – Le guiñe un ojo antes de seguir mi camino al estudio. Me gire
un poco antes de seguir hablando, quería ver su reacción. – Aun.
Me di la
vuelta y corrí hasta el estudio de papá y busque la cámara, en aquel momento se
me había caído de las manos por lo que debía estar en el suelo cerca de los
libreros, mire y mire pero no se veía por ninguna parte.
¡Rayos!
Heath llego
a mi lado. – Oh no, dime que no la perdiste, dime que después que se te cayó la
pateaste debajo de algo.
Lo mire con
culpa, – Te juro que se me cayó aquí, no pudo ir a ninguna parte.
Heath
suspiró pesado, – Bien, busquemos. De todas formas, las cámaras aun no tienen
patas.
Le sonreí un
poco culpable aun, – Eso creo, pero aun no descartemos nada quizás esa cosa
muto… – Heath me sonrió pero se veía nervioso, lo que había en la cámara lo
asustaba o algo más.
Me coloque
de gatas en el suelo al lado de los libreros, no pasaron ni dos minutos cuando
vi donde estaba la cámara ¿cómo había llegado ahí?
– Ya la vi,
esta allá debajo del estante gigante, si estiro la mano la tendré.
– Demórate
lo que quieras tengo la mejor vista que he podido querer en años. – Me gire a
ver que estaba mirando cuando me di cuenta de que.
Me puse
rojísima, – No es justo que estés ahí mirándome el trasero, mientras hago el
trabajo sucio.
– Disculpa
cielo, es que aun estoy algo emocionado con lo del armario. – Heath se quedo
callado pero siguió con la mirada fija en mí trasero, intente fruncirle el ceño
pero no me prestaba atención. Bufe. La mano de Heath se estiró un poco y luego
se detuvo. – ¿Qué tal si te inclinas un poquito más?
Negué, y
seguí con mi trabajo; Recuperar la cámara. Aunque dentro de mí tenía una
satisfacción insana, creo, me encantaba tenerlo con la mirada fija en mí, solo
para mí. Me incline un poco más cuando llegue cerca de la cámara y en ese
instante una mano cayó en mi trasero.
El tono
ronco de Heath me lo dijo todo. – Amo tus piernas, y especialmente donde nacen.
Me aclaré la
garganta. – Heath, debo… – ¿Estaba haciendo calor? – La cámara.
Heath siguió
acariciándome, – No hay problema. – Oh no lo creía, me dio una palmada en el
trasero. – Disfrutare de la actuación, pero si te inclinas un poquito más no me
voy a aguantar. Ve hazlo.
Suspiré, si
este fuera otro lugar… aquella vez aun estaba en mi memoria, aun no pasaba el
tiempo suficiente como para olvidarlo y no estaba segura si un día pasaría el
suficiente como para dejar de alucinar con eso. Y no solo porque era primera
vez… bueno tal vez si, pero él era lindo, preocupado y muy tierno conmigo y
como una vez había demostrado lo era también en esa otra parte más intima. Me
sacudí, este no era ni de cerca el lugar indicado. El armario había sido genial
pero ni de lejos intimo y definitivamente este lugar no era genial ni intimo.
Ya lo había probado con papá y mamá minutos antes. No, eso iba a esperar, no
sabía cuanto pero lo iba a hacer.
Heath se
removió de donde estaba. – Nena, hazlo ya y saca esa cámara o voy a lanzarme
sobre ti en un minuto más.
– Porque
simplemente no lo haces. – Masculle. Oh eso lo adoraría. Suspiré.
Heath se
acercó y se coloco sobre mí con una mano recorriendo mis muslos y la otra
aferrada a uno de mis pechos. Me estremecí. – Porque si alguien nos ve así no
va a ser bueno, aunque me encanta tenerte en esta posición. – Gemí. Heath se
retiro de inmediato. – Vamos bebé, sácala de una vez.
Volví en mí,
casi toda, aun estaba aquella parte que se había quedado en un lugar muy lejano
llamado paraíso de las hormonas adolescentes, ooooh si, estaba gritando a todo
pulmón ahora un “Tómame”. La ignore con dificultad y me incline aun más y me
estire como una gomita hasta llegar a mi objetivo. La mano de Heath no había
vuelto, una lastima pero había escuchado el leve gruñido que había soltado.
Manjar para mi ego. Mis dedos tomaron la cinta que tenía la cámara a un costado
y la jale conmigo. Resplandecí en cuanto se la mostré a Heath.
Él me
sonrió. – Bien hecho nena, ahora tú premio.
Tomo mi mano
libre y me levanto de un jalón y con eso me arrastro hasta el otro lado del
librero. Cuando mi espalda toco la pared no fue amable, pero cuando aquella
parte rígida se restregó en la parte de baja de mi estomago eso se me fue de la
cabeza. Levante mi rostro, Heath estaba mirando mis pechos inexistentes pero a
él le gustaban, lo sabía porque le gustaba darles especial atención. Me
humedecí los labios y espere mi beso.
El beso llego
rápido. Su lengua busco hasta que logró encontrarse con la mía, enredadas el
éxtasis corría en mí. Mi cuerpo reaccionaba a Heath de una manera que me volvía
loca.
Heath se
separo demasiado rápido. – Salgamos de aquí ahora antes de que alguien nos
encuentre haciendo lo que no debemos.
No pude
evitarlo, hice un puchero. Él tenía razón con lo que decía. – Está bien, vamos.
Heath me
acarició el rostro, – No sabes lo que me cuesta separarme de ti. Eres tan
hermosa, – Le sonreí abiertamente, – Y no, no me canso de decirlo. Solo un beso
más y nos vamos.
Asentí y
estiré mi brazo libre para agarrar su cuello y traerlo a mí, con la otra
mantuve la cámara firmemente agarrada. – ¿Tu labio cómo esta?
Heath hizo
una mueca pero aun así me beso con todo, sus manos se enredaron en mi cintura
haciendo que nuestros cuerpos quedaran muy pegados. Nos separamos después de un
rato, cuando el beso se estaba tornando más caliente. Bueno, lo admito; cuando
comencé a frotarme más en él.
Heath tomo
aire antes de comenzar a hablar.
– Tú me
haces olvidar cualquier dolor que pueda tener.
Puse mis
dedos en sus labios. Aun quería seguir besando esos labios pero debía dolerle,
sin contar que aun tenía un pequeño rastro de sangre en su barbilla, – De todas
formas vamos a curar ese labio; tengo un botiquín en mi baño, ven vamos.
Heath me
gruño levemente, aun no soltaba mi cintura. Conocía el sentimiento de seguir
con algo tan bueno, pero debía curarse. Me solté de su agarre y salí del
estudio y me dirigí hasta mi cuarto, por los pasos que escuchaba detrás de mí,
Heath me estaba siguiendo sin reproches. Bien.
Cuando
llegamos al segundo piso escuche que los pasos se detenían, me gire para
preguntar que sucedía pero él no me estaba mirando.
– ¿Qué pasa?
– Pregunte.
Heath me
miro y frunció el ceño, – Creo que si quieres curarme el labio vas a tener que
hacerlo rápido, desde aquí escucho a tu padre refunfuñar, aunque creo que esta
apunto de gritar.
Tome su mano
y lo jale conmigo, – Vamos, y después de curarte me vas a contar porque era tan
necesaria la cámara. – Heath esquivo mi mirada. Puse mala cara antes de seguir
hablando. – O no voy a entregártela.
– Zoey no… –
Le di una mirada afilada y seguí mi camino. – ¡Bien! ¡Tú ganas!
Sonreí
encantada hasta mi cuarto. Abrí la puerta y lance la cámara a mi cama y me
lance de lleno a buscar el botiquín. Tuve que ponerme de puntitas para
alcanzarlo, estaba en la parte alta del armario de las toallas junto a la
ducha. En cuanto pude sacarlo lo lleve a mi cama donde Heath estaba cómodamente
recostado, esperando por mí.
– Listo, –
Dije tratando de evitar lo que veía, recostado en mi cama con el cabello
revuelto y… si, la camisa fuera del pantalón se veía más que apetecible, en
especial con esos ojos verdes observando cada uno de mis movimientos.
– Hazlo de
una vez cariño, torturar a la gente no es lindo.
Me reí, – No
voy a torturarte, – Saqué el algodón y el desinfectante. Tome sus barbilla, –
Ahora levanta esa hermosa cara tuya y mírame a los ojos, esto solo va a doler
un poquito.
Por los ojos
en blanco, definitivamente no me creía. Le sonreí. – No me vas a comprar con
esa sonrisa toda dulce.
Le sonreí
más angelicalmente antes de empapar el algodón con el desinfectante y ponérselo
en el labio. El grito que pego casi me dejo sorda y eso solo era el comienzo,
cuando le puse más desinfectante llego a nivel cinco en volumen. No estaba
feliz cuando me miro en cuanto le coloque la pomada.
Recogí los
algodones usados y fui hasta mi papelero para eliminar eso, cuando me di la
vuelta le sonreí tiernamente a mi paciente. – Vez, ya todo paso. ¿No ves? Fue rápido.
– Si, claro,
– Mascullo por lo bajo Heath. Le golpee la cabeza con mi mano derecha hecha un
puño.
– ¿No hay un
gracias por allí? – Dije levantando sus brazos y tanteando los bolsillos de sus
Jeans. Heath se rió de mí.
– Que tierna
eres. Gracias, amor. Ahora bajemos y veamos que pasa allá abajo.
Asentí y
agarre la cámara. – Bien, pero prometiste contarme por qué la cámara es tan
importante.
Heath se
acomodo en la cama y colocó una mano a su lado, – No es algo que me incumba,
verás; es algo sobre la familia de Paul. Su familia es muy importante en
Francia y de vez en cuando algún paparazzi se gana el sueldo del mes con una
historia sobre su familia. No veía uno desde hace años, y me sorprende que este
aquí; cuando estamos tan lejos de casa. Alguien debió de verlo en el aeropuerto
y lo siguió. O quizás lo seguían de antes. Pero eso no es algo que me guste
divulgar eso solo es de él, ¿ok?
– Ok. –
Jugué con la cámara, seguía encendida pero no estaba grabando. – Bajemos.
Heath se
levanto y abrió la puerta para mí.
Bajamos en
silencio, una duda me atacaba en mi subconsciente. ¿Qué tan importante tenía
que ser una familia para tener paparazzis detrás de ella? La familia de Betsy
era famosa, pero eso se debía a la seguridad que brindaban solo a ciertas
personas que eran prácticamente VIP, y algunos otros trabajos de los que Tío no
hablaba y de los que tampoco mencionaba el abuelo, pero era siempre visto en
aquella casa un grupo especial de personas que se la pasaba entrenado y que no parecían
guardaespaldas pero a todas luces eran guardias.
Llegamos al
último escalón en el mismo momento que Vincent y Betsy estaban por subir.
Vincent llevaba la cara hecha un lío, el labio estaba partido y se estaba
hinchando, el moratón que tenía en el ojo estaba de un color rojizo volviéndose
rápidamente morado. Y era evidente que estaba haciendo un esfuerzo por no
cojear.
Betsy me
miraba con una expresión en la cara en que se debatía en la tristeza y la
resignación.
Tome una de
sus manos. – Hay un botiquín en mi cuarto, esta encima de mi cama.
Betsy me
sonrió apesadumbrada. – Gracias, voy a descansar, este día se me esta haciendo
eterno.
Vincent no
dijo nada, solo se limitó a colocar un brazo bajo el codo de Betsy cuando
comenzaron a subir las escaleras.
– Debe ser
agotador tener un imbécil como novio. ¡Ouch!
Me coloque
una mano sobre la boca. – ¡Ups! Mi codo se resbaló.
– Vamos a
tener que hablar sobre esa parte violenta tuya contra mí. Me estas maltratando
sin descanso.
– No te
estoy agrediendo. Solo te ayudo a comportarte. – Dije causalmente. – Además,
ella debe estar fatal, yo no le he ayudado para nada.
Heath coloco
su brazo sobre mis hombros mientras caminábamos, – Si, tu también deberías
descansar, creo que esta vez tu padre me va a echar de forma permanente de tu
casa.
– Seamos positivos. –
Nos sonreímos mutuamente, ambos sabíamos que papá no iba a estar feliz.
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