Papá era útil.
Pero esta vez, era una de esas extrañas veces en las que era un absoluto cero a
la izquierda.
Haciendo
malabares para que Emily no intentara de nuevo aferrarse a Paul, me moví hasta
papá y lo golpee en el costado con mi mano hecha un puño. – Te voy a acusar con
mamá.
Papá se
encogió de hombros. – Hay cosas que es mejor dejar que pasen, esos dos
necesitan liberar estrés.
Abrí la boca
de incredulidad. – ¿Dónde queda el cuanta hasta diez? ¿Eh?
Papá me
golpeo de juego en la cabeza con su mano. – Eso solo te ayuda hasta cierta
parte, ahora voy a volver a lo mío cuando terminen me avisas y vendré de
inmediato, vigila que los vecinos no se den cuenta.
Agitando sus
manos con despreocupación se fue definitivamente.
Mire a Ed
que estaba mudo de asombro y a un no tan asombrado Heath. Me gire lejos de sus
miradas y cerré los ojos.
– ¡¿Qué pasa
aquí?! – Grite y levante un dedo. – ¿Qué les pasa a esos dos?
Mi cuerpo
vibraba aun cuando el brazo de Emily se enredo en mi cintura.
Sentí la
brisa que hacían sus rizos por como los agitaba mientras negaba con la cabeza.
– No tengo idea. Creí que Paul era más cuerdo… ¿Por qué se comporta así?
– Tiene sus
motivos, – Heath se nos acercó, – Me voy a vigilar que no se maten.
– ¿Qué no se
maten? – Me exaspere. – Son unos niños, esto no es para tanto.
Heath se encogió
de hombros y salió.
Mire a Betsy
que estaba sollozando, y no pude evitar gritar. – ¡Genial!! Porque me pasa esto
a mí, yo era una chica; simple, sencilla, tímida, nadie me prestaba atención
porque era invisible… ahora, estoy apunto de explotar, estoy echa una gritona y
tengo ganas de llorar.
Betsy me
miro secándose las pocas lágrimas que le caían por las mejillas. – No sé que le
pasa a Vincent, él no es así, él es dulce créanme. Ha estado así desde hace
algún tiempo.
– ¿No
deberíamos estar haciendo algo para detenerlos? – Edward estaba a un paso de
saltar a la puerta.
Agite mis
manos, – Tú, tú quédate aquí. Yo voy allá. Em suéltame, eso, quita ese brazo de
ahí, bien. – Emily estaba como una estatua parada enfrente de mí, después de
soltarme. – Va a estar todo bien Em, ve a tu cuarto.
– Se van a
hacer daño… – Algún día, después de este, le iba a preguntar que pasaba con ese
trauma a las peleas. Nunca la había visto tan asustada.
Extendí mi
mano a Edward, – Ed se va a quedar contigo y con Betsy. – Mire a Edward. –
Llévalas a la cocina y dales chocolate y cosas dulces. Ve. Ahora.
Deje a los
tres y salí por la puerta y me sumergí en una película de Jet Lee. Heath estaba
a un lado observando hacía la valla.
El jardín
trasero tenía una valla de dos metros y cuarenta centímetros que impedía la
visión desde la calle pero no la vista del vecino a nuestro lado o detrás de
nosotros, cualquiera de los vecinos que decidiera que hoy era el día de ver que
hacía el vecino, se iba a llevar una sorpresa; el vecino no estaba podando el
pasto, no, no. Solo esperaba que los dos robles que estaban en el jardín
cubrieran parte de la visión, aunque las farolas en las ramas podrían dar más
visión.
Corrí hasta
llegar a Heath y mire hacía los patios vecinos, nada… aun.
– ¿Por qué estas
tan tranquilo? – Lo agarré del brazo y lo sacudí. – Tu amigo esta peleándose al
mejor estilo de AMM.
Heath
sacudió la cabeza y señalo a la valla, – Alguien anda ahí, eso si me preocupa.
Vamos.
Lo mire
incrédula. – No hablas en serio, ¿no? – Heath comenzó a caminar y me hizo un
gesto con la cara, el clásico; Vamos.
A
regañadientes lo seguí.
Heath me
acercó y me brazo, de un momento a otro me vi arrastrada en un beso, y así como
vino se fue. Me queje en voz alta pero Heath solo me dio una pequeña sonrisa. –
Mi amor, debemos fingir que vamos a salir por la puerta de la valla, así yo
puedo ver quien anda aquí.
Un
escalofrío de miedo me recorrió el cuerpo, – ¿Hablas en serio? ¿Alguien puede
andar aquí? ¿Un ladrón? – Heath sacudió la cabeza ligeramente, – ¿Quién?
Heath hizo
una mueca, – Vamos a fijarnos y si es alguien molesto yo me hago cargo y tú
corres por ayuda.
Negué
internamente, esto no me gustaba nada. – Y mientras dejamos a ese par matándose
a la vista de mis vecinos. Bien, vamos.
Heath me
sonrió y me beso de nuevo. – Esa es mi chica.
Fuimos a la
valla caminando despacio y hablando de naderías, desde como me había ido en las
pocas horas de mi castigo a como le había ido en la Universidad. Para cuando
llegamos a la valla los temas eran ya un caso de sueño o agotamiento.
Por el
rabillo del ojo vi un movimiento que capto mi atención, – Heath…
– Ya lo sé,
– Me susurro suavemente; uno de sus brazos me rodeo los hombros con firmeza. –
Recuerda; pillo al intruso, tú corres.
Asentí vagamente, pero
en el momento en que abrí la puerta él saltó fuera y corrió hacia los arbustos
como alma que lleva el diablo y no solo eso, me quede helada.
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