– ¿Quieren
pizza? – Les pregunte a Emily y a Paul, ambos negaron. – Bien. – Me acerque a
Zoey y a Heath, ambos estaban abrazados murmurando por lo que evite
preguntarles. Me dirigí hacia papá y a mamá que habían dejado de besarse y
ahora miraban la película. – ¿Quieren pizza?
Papá miro
detrás de él y en frente, – Bien, yo quiero. Amor, ¿tu también? – Mamá sonrió y
asintió. – Déjame la mitad, – Se puso serio. – Llévale algo a Betsy y a
Vincent, deben estar en la habitación de
invitados.
Asentí y les
deje la tapa de la caja con la mitad de la pizza. Con la otra parte fui escaleras
arriba, los ruidos de la película comenzaban a atenuarse para cuando llegue a
la habitación se escuchaban los murmullos de una conversación.
Genial,
otros más.
Iba a tocar
la puerta cuando se me ocurrió aguzar el oído. No quería interrumpir un momento
emotivo, ya sabía por experiencia con Emily que las chicas no se lo tomaban
para nada bien. Todavía sentía escalofríos de solo pensar en aquella vez que
entre en la cocina y Mitch se le estaba declarando, fue horrible, durante días
no pude encontrar mi laptop ni mis Dvd.
Volví mi
atención a la puerta.
– No me voy
a disculpar. – Estaba diciendo Betsy.
La voz de
Vincent era más fuerte, – No me importa si te disculpas con esa mimada, me
importa el que después te arrepientas y te sientas culpable. Le has estado
dando vueltas y vueltas a esa pulsera desde que subimos y ya me esta preocupando.
Un ruido de
algo chocando contra la pared hizo eco, – No me voy a sentir culpable, no es mi
culpa, era el mejor momento, un ahora o nunca.
Vincent se
escucho más cerca de la puerta. Me moví hacia la orilla, ¿en qué momento había
pasado a ser un sapo? – Entonces sugiero que volvamos a casa, de todas formas
es mejor…
Betsy
también se escucho cerca. – Papá va a venir…
– Estás más
segura en casa. – La interrumpió Vincent.
– Nadie va a
intentar secuestrarme de nuevo, tú siempre estas a mi lado, no se atreverán a
tanto.
– Pero te
quiero en casa, segura. – Un suspiro.
Betsy
suspiró también, – Bien, vámonos. Si así te relajas por fin, lo haremos.
¿Betsy se
iba? ¿Es qué nadie podía resolver sus problemas hablando? Por lo visto, no.
Ni siquiera
me esforcé en aparentar que no había escuchado nada, toque la puerta y entre.
Vincent me dio una mirada de odio de inmediato.
– ¿Pizza? –
Pregunte con tono amigable.
Vincent me
indico la puerta. – No. Así que largo.
Betsy le
golpeo el costado suavemente y me sonrió. – No, gracias Edward, es solo que no
me siento con muchas ganas de comer ahora. Tengo el estomago algo revuelto.
– Te dejo la
pizza aquí, – Le deje la pizza en la cama. – Come cuando quieras o mejor,
cuando puedas. – Camine hasta la puerta y mire a Vincent. – Ni siquiera te
conozco pero puedo ponerte en tu lugar cuando quieras.
Vincent me
dio una mirada de sabelotodo, – Si, por supuesto pequeño.
¿Pequeño? Le
fruncí el ceño. Tengo once años, debería darse cuenta de que no soy nada
pequeño.
– Mis amigos
me enseñaron como defenderme. – La voz que me salió fue demasiado tierna. ¡Ah!!
Odiaba eso.
Vincent se
me acercó. – ¿Si? Que lindos amigos tienes. ¿Por qué no vemos que tanto te
enseñaron?
– ¡Vincent
para! Sé que estas molesto, pero ya debes de dejar de ser un malhumorado. Es mi
primo, así que ya déjalo en paz.
Vincent se
encogió de hombros. – No iba a hacerle nada gatita. Solo lo iba a lanzar por la
puerta.
Los mire a
ambos. Apunte primero a Betsy, – Zoey te quiere, solo que se esta volviendo
loca con cosas que no deberían afectarle y justo tu fuiste su detonador con lo
del embarazo. A mi no me importa cuando me lo contarás, no soy chica y me
importan poco esas cosas. Pero creo que a Zoey le hubiera gustado algo así
como… no sé que se lo contarás antes… no entiendo a las mujeres pero creo que
eso es un detalle entre ustedes. Después de todo es tu única amiga. – Mire a
Vincent. – Tú tienes mala actitud. Y no me caes bien.
Con eso salí de la habitación.
La gente y
sus problemas, y yo soy él que no sabe relacionarse con la gente.
Vibración.
Vibración. Mire mi bolsillo, toda la gente que me llamaba estaba en casa,
incluyendo a mis únicos dos amigos. Saqué el teléfono preparado para darle un
discurso moralista a la compañía telefónica pero era un número desconocido.
Atendí.
– ¿Aló? –
Nadie decía nada… seguí esperando, esperando. Nada. – ¿Hay alguien ahí?
Colgué y
volví a colocar el teléfono en mi bolsillo. Baje deprisa las escaleras, había
querido ver la película desde que papá la había comprado pero nadie quería
dejarme verla porque no tenía la edad y porque la hora era demasiado tarde.
Ridículo.
Cuando
llegue todos seguían en la misma posición, tal vez con unas diferencias. Emily
dormía plácida entre los brazos de Paul, quien estaba acariciándole el cabello
como si fuera una muñeca muy delicada. Me gusto. Mire a Heath que estaba
abrazado con una Zoey algo aterrorizada, y no era por la peli era por algo que
Heath le estaba contando que provocaba que más se pegara a él. Sacudí la cabeza
en cuanto Heath me miro pero el idiota, como había indicado papá, me sonrió. Me
senté al lado de la pizza fría y saque los últimos pedazos y me senté en el
suelo a mirar la película. Estaba en la mejor parte, según algunos críticos
cuando volvió a sonar mi teléfono.
Conteste a
ciegas mientras me tragaba un pedazo.
– ¿Si? – De
nuevo nada. Esto me estaba enojando. –
Si hay alguien ahí es mejor que conteste. – Dije de mala manera.
Papá se
sentó en el sofá, – ¿Quién es? ¿Necesitas ayuda?
Iba a
responderle a papá cuando una vocecita muy tímida me interrumpió. – ¿Edward?
¿Eres tú?
– ¿Kate? –
Me sonroje aunque ella no podía verme. Pero si lo hicieron todas, toooodas las personas
que estaban alrededor mío, gracias a que Heath había encendido la luz que yo
había apagado en el minuto en que conteste.
– Hola,
disculpa por no haber respondido antes pero… no, no sabía que decir.
Me sonroje
aun más. Le había hablado mal a Kate. Pero la duda le gano a la vergüenza. –
¿Cómo obtuviste mi número?
De nuevo
silencio, – Bueno, tu lo tienes escrito en tu cuaderno, yo…. Yo lo copie.
Oh mi Dios,
estaba inconsciente en alguna parte del mundo y estaba teniendo el sueño de que
Kate, la niña más hermosa de mi curso me estaba llamando. Si, de seguro Vincent
me había lanzado por las escaleras cuando estábamos discutiendo.
– ¿Edward?
¿Edward? Yo lo siento no volveré a llamar, solo que… lo siento. – Y cortó.
Desperté de
mi ensoñación, – ¡Nooo! ¿Kate? Kate, estoy aquí. – Mire la línea muerta, me
había cortado. No, yo me había quedado callado y ella había creído que no
quería hablar cone ella. ¡Ouch! Marque el número cruzando los dedos.
– ¿Qué esta
pasando? ¿Tú sabes amor? – Pregunto mamá mientras yo esperaba a que Kate
contestará.
– Pues claro
amor. – Respondió papá.
¿Por qué
Kate no me contestaba?
– Chica. –
Coreó Papá, Heath y Paul.
Por fin la
línea sonó cuando contestaron, – Kate, no tienes porque disculparte. – De nuevo
silencio, de pronto se escucho una risa. Era esa risa que me encantaba.
– Lo siento,
es que me siento un poco mal. Y tu siempre eres tan adorable, en especial
cuando me siento triste y me das chocolate, es como si siempre tuvieras una
barrita de chocolate en el bolsillo. – Puse en blanco los ojos, porque así era.
Tengo hermanas no soy tonto ni suicida. – Y tu voz siempre me relaja.
Me sonroje
aun más, – ¿Si? Que linda eres. – Me hele, ¿qué había dicho? Oh no, no lo había
dicho. Mire a mamá que estaba sentada a un lado de papá y no era la única que
me miraba con seriedad.
– ¿Quién es?
Quiero saber su nombre completo, de qué año es, dónde la conociste…
Mamá
interrumpió a Emily. – Déjalo cariño, él nos lo dirá después ¿Cierto?
Ya sabía lo
que quería decir eso, me iba a interrogar después en su territorio, la cocina.
Genial.
Pero Emily
siguió, – Quiero saber hasta la hora en que le da de comer al perro.
La risa que
se escucho al otro lado de la línea, mire hacia otro lado evitando miradas, y
le susurre al móvil. – ¿Dime que no escuchaste nada de lo que dijeron?
La voz de
Kate se escuchaba aun alegre. – No tengo perro, pero si un gato que duerme y
desayuna conmigo. Es difícil no escucharlas Edward, me robe el teléfono y lo
traje a mi habitación y no es como si de tu lado hubiera mucho ruido. – Cuando
lo dijo me di cuenta de lo que faltaba en este momento. La televisión estaba en
silencio. Genial Edward ¿y eres un niño genio? – ¿Tienes más hermanos?
– No, solo
dos hermanas mayores pero ya están viejas. – Si me iban a interrogar, tenía
derecho a insultar, creo.
– Conozco a
una chica de cabello oscuro que siempre llega a clases contigo y no me parece
vieja, es muy linda. Es tu hermana, ¿o no?
Zoey estaba
sonriendo cuando mire a mis espaldas, mientras Emily peleaba por levantarse sin
lograrlo, el agarre de Paul servía de algo. Claro que un agarre de brazos y
piernas era siempre muy útil.
– Si, es una
de ellas, la otra tiene mal genio… – Alargue adrede la palabra y Emily pataleo
aun más. – La amo de igual forma. – Mire sobre mi hombro de nuevo y le hable al
resto, – ¿No siguen mirando la película?
– Bien
niños, démosle algo de privacidad. Pero… – Dijo papá. Me apunto con el dedo y
hablo demasiado fuerte y claro. – Si esa conversación se vuelve caliente te
quito el teléfono. Eres demasiado joven para tener sexo telefónico.
Mi cara y
cuello ardieron y me faltaba el oxigeno, estaba por desmayarme, debía ser eso,
se sentí como eso.
– ¿Qué es
eso…? Oh. – Kate se aclaro la garganta, – ¿Quién dijo eso?
Le respondí
algo atontado de que ella no supiera ‘eso’. – El donador de la mitad de mi
carga genética, pero lo estoy dudando muy gravemente. No puedo explicar como
alguien así puede llamarse mi progenitor, porque yo no soy así.
Papá bufó. –
Si, como explicas el gran parecido físico que hay entre nosotros. La sangre
manda, un día vas a ser como yo. – Termino con una risa de villano de los años
80’s.
Eso si que
me dio un escalofrío. – Solo ignóralo, creo que tengo más genes de mi madre,
ella es tan hermosa como inteligente. – Dije sabiendo que eso iba a hacer
sonreír a mamá.
– Debe
serlo, porque tú también eres muy lindo. – Me quede quieto como una estatua
cuando su voz termino de decir muy bajito esas palabras. Ella creía que yo era
lindo. No, para ella era ‘muy’ lindo. – Me tengo que ir Edward. Nos vemos en
clases.
– ¡No!
Espera, yo pienso… – De nuevo la televisión estaba en silencio, mire a mi
familia a todos ellos, Paul y Heath ya eran de mi familia también. Ambos
estaban con los pulgares arriba.
Mire a Mamá,
estaba pegada al brazo de papá mientras lo miraba a los ojos, – Ed, nuestro
pequeño se esta declarando a una niña, que romántico y lo vamos a poder ver en
vivo y en directo.
Kate hablo
con timidez, – Es mejor que hablemos después, en clase de ciencias. Necesito
mucha ayuda. – Termino riendo.
Si, y yo
encantado la iba a ayudar. – Nos vemos en ciencias.
No iba a
poder esperar a esa clase.
***
Edward
estaba rojo. Me reí un poco, Heath estaba con el pulgar levantado y con la otra
mano me mantenía a su lado, no era como si fuera a hacer lo mismo que Emily que
hace rato le hubiera quitado el teléfono a Edward sino fuera por la ayuda de
Paul que la mantenía en su lugar con un fuerte abrazo de brazos y piernas. Se
veían demasiado chistosos. Me moví un poco y saque mi móvil y de un movimiento
les saque la foto del millón de dólares.
– Emily nos
matará si se da cuenta de que le sacaste una foto. – Le sonreí. Él se incluía
en la ecuación.
– Si tenemos
suerte no pasará nada más que una de sus venganzas sutiles. Con suerte, pero
esto merece ir a Facebook y merece una gran etiqueta para sus amigos y nuestros
adorados familiares.
Él me abrazo
fuerte mientras miraba la foto. – Tendrá que pasar sobre mi cadáver para
hacerte algo malo. Y Dios sabe que puedo jaquear su cuenta.
Nos reímos
de eso. Era bueno reírse un poco, lástima que Betsy ya no compartiera conmigo
estos momentos.
– ¿Te cuento
otra historia de terror? – Me sacudí internamente, me había estado contando una
historia de terror, desde el momento en que le dije que la película me aburría.
Mala idea. No me iban las historias sobre Postergáis que habitan debajo de tu
cama, esta noche iba a revisar mi cama antes de dormir. Despeje mi mente y me
centre en algo más y tenía una muy buena idea.
Me acomode
en su regazo tratando de que me boca quedará en su cuello y le di una mordida,
después le succioné fuerte. Su respiración se volvió fuerte y sus manos se
cerraron en mi cabello. Cuando termine lo mire directo a los ojos.
Heath se
aclaro la garganta, – ¿Eso fue un no? Porque pudiste habérmelo dicho, hubiera
sido menos estimulante y más seguro.
Mire a papá
y a mamá que estaban sonriéndose mientras le tomaban el pelo a Edward. – Sin
problemas.
Mire a Em y
a Paul, me asuste. Emily estaba con su teléfono sonriendo, le dio la vuelta y
ya podía imaginarme que era lo que tenía allí.
Mire a
Heath. – Creo que nuestra foto no va a llegar lejos.
– No, creo
que no. – Me respondió. – Hagamos algo mejor, aunque termine en la calle a
patadas, dame un beso.
No dude en
besarlo, fue un beso tierno de los que te hacen pensar en el primero que
recibiste, tan suaves como si fuera la brisa dulce de la primavera que rosara
tus labios y tan especial como si no hubiera nada ni nadie más en el mundo.
Coloque mis manos en su cuello y me abrace más a él. Heath hizo lo mismo
colocando sus manos en mi cuello.
– Te amo, mi pequeña Zo. – Se separo de mí
acariciando mi rostro con sus labios.
– ¿Van a
parar la miel o no? – Papá nos miraba con el ceño fruncido y era evidente que
gracias a mamá que estaba colgando de su cuello, no se nos había acercado aun.
– Debo atender una llamada y quisiera ir tranquilo, sin pensar que si me doy la vuelta voy a
encontrarlos en algo. – Dijo haciendo énfasis con las manos. Asentimos de
inmediato aunque no se veía tan amenazante como chistoso mientras movía las
manos, me cubrí la boca para evitar que viera como me mordía los labios para no
reír. – Bien.
Se fue,
supuse, directo a su estudio con mamá riendo porque aun seguía colgando de su
cuello.
– Bien,
demasiados juegos. Voy a hacer la cena, ya es tarde y una pizza no es cena. –
Se soltó del cuello de papá y se fue a la cocina, contoneándose como siempre
hacía cuando estaba contenta.
Nos quedamos
solos en la sala mirándonos las caras. Edward fue el primero en volver la
atención a la película. Aunque él era el único en la casa que no había vista ya
la peli, gracias a la firme creencia de que los menores de edad no deben
quedarse despiertos hasta tarde y menos ver pelis de terror.
– Bien,
portémonos como los chicos buenos que somos. – Dijo Emily acomodándose en el
sofá con Paul.
Heath y yo
seguimos donde estábamos mirando como en cinco minutos de película después ese
par estaba besándose como si el mundo se fuera a acabar y de ellos dependiera
la humanidad para seguir existiendo.
Mire a
Edward que evitaba con todo su ser no mirar hacia ese lado, difícil cuando
tienes ruidos extraños saliendo de allí.
– Sugiero
que tomemos al chico, la peli y nos larguemos a otro lado menos pornográfico. –
Me reí tontamente de las ocurrencias de Heath, – Al parecer hay ciertas
personas que no respetan al resto.
Paul levanto
la cabeza por en cima del brazo de sillón. – No es mi culpa que no tengas
sentido de la oportunidad, tienes a una chica hermosa allí y no haces nada.
Le saque la
lengua a Paul, Heath fue menos suave. Agarro el cojín se los lanzo por la
cabeza. Sonreí. Le dio de lleno.
Emily se
sentó y se acomodo la ropa. ¿Qué estaban haciendo esos dos?
– Ese cojín
casi me da a mí. – Agarro uno y nos lo lanzo.
En un dos
por tres estábamos todos peleando con los cojines; incluso Ed. Estábamos todos
riendo que no nos dimos cuenta en que momento bajaron Vincent y Betsy. Ambos
nos miraban como sino pudieran creer que estaban mirando.
– Zoey. –
Dijo Betsy. – ¿Hablamos?
Mire a Heath
y él asintió. – Ve, todo se puede arreglar recuérdalo. Solo no metas la pata,
¿si? – Agrego sonriendo.
Lo golpee
con el cojín y camine hasta Betsy.
– Vincent,
¿no ibas a pedirle disculpas a alguien? – Pregunto Betsy.
Vincent se
encogió de hombros, – No recuerdo a quien.
Betsy apunto
a Edward. – Le debes una disculpa.
Vincent
bufo, – No le debo disculpas a un sapo que escucha detrás de las puertas
conversaciones privadas.
Edward se
levanto de un salto, – No soy sapo, tu hablabas demasiado alto y yo no soy de
los que andan diciendo todo lo que escuchan. Así que No. Soy. Sapo.
Paul se
levanto y fue hasta Vincent. Esto no me estaba gustando nada y a Emily menos.
Mire a Heath, y vi un problema. Hubiera sido bueno el que solo fuera Paul el
que se acercara pero no se puede tener todo ¿no?
Antes de que
Heath se comiera al tipo corrí hasta él. – Heath respira, él de seguro no
quería decir eso.
Betsy se
puso en frente de Vincent. – Si, y él se va a disculpar.
– No
insistas, no tengo nada de que disculparme. Él fue el que comenzó a pelear
conmigo.
– Tal vez
hubiera sido más amable si tú me hubieras devuelto el favor, y no me hubieras
querido echar a patadas de la habitación. – Mire a Edward diciéndole con la
mirada: “¿y eso es ayuda?”
– Pues toca
la puerta para la siguiente vez, y hazlo en el mismo momento en que llegas a la
puerta.
Edward se
puso rojo. – No era esa mi intención, solo que…
– No quisiste
interrumpir. – Dijo Vincent y Ed asintió, solo para que Vincent le diera una
sonrisa sarcástica. – Que noble de tu parte.
Heath se
removió de mi abrazo. – ¿Qué puede ser tan importante como para que trates así
a un niño?
– Voto por
que le saquemos la mierda a golpes. – Dijo Paul con la cara totalmente seria. –
De preferencia con mi puño.
Vincent miro
a Paul de arriba abajo. Esto estaba mal, lo estaba midiendo. – Quiero ver que
lo intentes.
Mire a
Vincent, era obvio que estaba seguro de que él podía ganarle a Paul, después de
todo él estaba entrenado como guardaespaldas o quizás como militar, después de
todo a tío no le gustaban las cosas a medias, y era obvio que Paul no tenía ese
tipo de entrenamiento.
– Sugiero
moneda al aire. – Gruño Heath.
Paul estaba
con la mirada fija en Vincent. – Tú y yo afuera.
Oh mi Dios.
– ¡Ya! – Les
gruño Emily. – Esto no es para tanto, podemos hacer esto civilizadamente o voy
a llamar a papá y el que va a repartir golpes será él. – Señalo a Paul pero
este no le hacia caso. – Paul mírame, ¡Paul! No es nada, no vas a hacer esto…
– Odio los
guardaespaldas. – Dijo por lo bajo Paul.
Emily negó
con la cabeza, e intento con Vincent. – Bien, lamento que mi hermano escuchara
demás pero es mi culpa, él una vez interrumpió algo que en ese tiempo era muy
lindo y de ahí lo obligue a escuchar antes de entrar, así que es mi culpa no
suya.
– No tienes
culpas de las manías de tu hermano, manías horribles. – Señalo Vincent.
Emily se
puso a gesticular con las manos. – No, yo hablo en serio.
– Emily, –
La voz de Heath era helada. – Apártate de él e indícanos el jardín. A esta
clase de tipos o les enseñas con los puños o no entienden.
– Heath por
favor, si me quieres no te metas en líos. – Le dije preocupada por él, no era
mi intención que él día de hoy terminará más mal de lo que ya lo estaba
haciendo. Heath hizo crujir los huesos de sus manos y asintió a regañadientes.
– De todas
formas con Paul basta. – Mire a Emily pero Paul no le hacía el menor caso.
– Oui,
conmigo basta y sobra. – Emily se pego a él como una lapa. – Emily apártate, no
quiero que termines lastimada por una cosa de chicos.
Emily se
pego aun más. – Protesto.
– Mon ange,
esto no es la corte. Suéltame.
– ¡No! –
Emily se estaba colocando histérica a ella siempre le habían molestado las
peleas, pero ahora estaba pensando que tal vez no solo le molestaban sino que
le asustaban. Solté a Heath y corrí hasta Em, tratando de hacerla soltar a
Paul. – Déjame Zoey.
– Emily
suéltalo ahora. – Papá acababa de llegar. – Zoey tu también apártate.
Agarre a
Emily y la lleve conmigo a un lado. Papá miro a ambos, si alguien podía parar
esto era él.
– ¿Qué pasa
aquí? – Ninguno dijo nada. – ¿Nadie tiene voz ahora?
Paul miro a
Papá. – Voy a hacer que este tipo le vuelva el buen sentido a golpes y pretendo
hacerlo entre los próximos dos minutos.
Papá lo miro
fijo y luego traslado su atención a Vincent. – ¿Qué pasa?
Vincent se
encogió de hombros, al parecer era su mejor movimiento, – Pienso dejar que lo
intente.
Papá se
quedo callado y les señalo la puerta del fondo que llevaba al jardín. Oh-oh
– Allí esta
el jardín. No hagan mucho ruido. Me molesta.
Emily se
estremeció junto conmigo. – Paul… no.
– Esto es
personal, este tipo debe entender una cosa. Nadie, absolutamente nadie, insulta
a mis amigos en frente de mí. – Le señalo la puerta. – Después de ti.
– Ni sueñes
en que te daré la espalda.
Paul frunció
el labio superior, – Eres un idiota.
Y salió afuera.
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