No tuve la oportunidad de comentar nada más,
Heath me agarró y me arrastro al armario de que estaba en la esquina del
pasillo donde estábamos hablando. En el mejor de los casos los armarios eran
estrechos, en el peor no había espacio. Nos encontrábamos, o yo me encontraba
apretada contra la pared y por lo visto Heath no tenía problema en moverse.
Sus manos se
movían por debajo de mi ropa. Mientras hacía eso me dedicaba a acariciar su
cabello. Estaba tan suave como siempre que podía tocarlo, le di un tirón cuando
abrió la blusa y se dedico a acariciar mis pechos desnudos, como siempre había
evitado colocarme el odioso sujetador del infierno. Suspire profundamente, como
había extrañado estar así, a solas con él.
– Cariño, si
sigues pegando esos gemiditos nos van a encontrar. – Me cubrí la boca, ¿había
estado gimiendo? Al parecer mi pregunta estaba escrita en la cara. – Si amor,
lo estabas. Sabes que me encanta pero en este momento me interesa que no nos
encuentren en especial porque no tenemos mucho tiempo.
Asentí, – He
estado extrañando tus caricias. – Me sonroje al completo por esa confesión, además
porque la imagen que guardaba de nuestro último encuentro se me vino a la
mente.
Heath sonrió
dulcemente. – Yo también he extrañado el roce de tu piel contra la mía, además
de esto… – Sus manos se posaron en mi trasero y me levanto sin esfuerzo,
manteniendo una mano allí, con la otra acarició mi pierna. – Enróllate en mí mi
amor, quiero sentir esas hermosas piernas tuyas.
Enrolle mis
piernas alrededor de sus caderas haciendo presión, el gemido de Heath fue lo
mejor que había escuchado, – Ya no soy la única que gime.
Él me miro
de una forma extraña, – Eres mi combinación favorita para el desastre.
Sin previo
aviso me beso con rudeza, haciéndome gemir cuando su lengua jugueteo con la
mía. Enrede mis manos en su cabello y presione más fuerte mis piernas contra la
protuberancia que sentía. Eso fue todo lo que necesite para que Heath gimiera y
comenzara a moverse contra mí, de pronto él termino el beso y chupo mi cuello.
Tuve la extraña sensación sobre; que no me molestaba para nada si me dejaba una
marca en el cuello, todo lo contrario lo ansié.
Pero
abruptamente Heath rompió nuestro abrazo y por poco casi caí cuando se separó
de mí.
– Tiempo fuera.
– Pegó su frente contra la mía y coloco sus manos a ambos lados de mi cabeza.
Parecía que si me concentraba bien iba a poder ver como se formaban las diferentes
ideas en su mente. – Tu y yo no podemos estar juntos en un armario, esta
comprobado.
Bufe, – ¿Por
qué no? Si solo nos besábamos. – Por un momento creí estar peleando con papá,
Heath tenía la misma mirada con el ceño fruncido. Pero luego su expresión se
suavizo.
Movió una de
sus manos desde la pared y la posó en mi rostro. – Eso no fue un solo ‘nos
estábamos besando’, ¿sabes lo que estaba pensando? ¿Lo que aun pienso? – Negué,
y quise decir que hasta ahí llegaban mis dones de adivinación, su rostro estaba
tan tenso que quería relajarlo con algún comentario estúpido, pero preferí
guardar silencio y esperar a que hablara. Él respiro con fuerza antes de
continuar. – Estaba por tantear mis bolsillos por un maldito condón ¿y sabes lo
peor? Que realmente no me importaba si lo tenía o no. Cinco segundos más y
ambos estaríamos en una sesión de sexo sin protección, y ninguno de nosotros
quiere eso. Además de estar en el lugar equivocado para hacer eso, muy
equivocado.
Me sonroje,
a mi tampoco me hubiera importado mucho lo del condón y menos lo del lugar, aun
no me importaba… ¿Por qué mi cerebro no hacía nada racional hoy? Le estaba
gritando hasta hace unos minutos a una embarazada en su etapa de súper híper
sensibilidad, y ahora quería sexo sin protección con Heath, en el armario de mi
casa.
Suspiré, y
él asintió torpemente, – Exacto, no te quiero en la misma posición que Betsy,
tratando de saber como decirle a tus seres queridos porque te quedaste
embarazada tan joven sin que nadie se altere.
Sentí como
si quince kilos cayeran sobre mí sin previo aviso.
Lo mire a
los ojos, – Tú si sabes como lanzar un balde de agua fría, sobre una
adolescente con hormonas desquiciadas.
Él me miro
algo arrepentido. Era bueno saber que por lo menos se sentía así. – En realidad
la imagen mental era para mí. Lamento si te afecto. Ahora, ¿te parece si nos
reunimos con todos los demás y dejamos que tu padre me fulmine con la mirada
toda la noche?
Le sonreí ya
más tranquila. – No, antes de que me digas sobre que hablaron mientras estaban
afuera.
Heath
sacudió la cabeza y masculló algo, lo mire entretenida mientras se mecía el
cabello con una mano, ¿se daría cuenta de que ese movimiento lo hacía cada vez
más seguido desde que nos conocíamos? Heath se sentó contra la pared del
armario y yo lo seguí adoptando la misma posición.
Un brazo se
cernió sobre mí y me acerqué más a él. – Fue una charla entre hombres, así que
fue algo aburrida para mujeres, pero básicamente hablamos de porqué no podemos
llevarnos bien, además de otras cosas.
Lo mire
interesada, – Y, ¿qué te dijo?
El brazo que
me rodeaba se ajusto más a mí. – Creo, y esto que voy a decir me aterroriza
como el infierno, que nos parecemos demasiado. Tú ya sabes, esa estúpida teoría
de que los opuestos se atraen y los iguales se repelen… eso es lo que nos pasa,
demasiado en común para el gusto de ambos.
Me reí de
él. – No eres para nada gruñón…
– Cielo,
contigo nunca sería gruñón, tienes bastante con que chantajearme, – La mirada
que le dio a mi blusa hablo más que mil palabras. Me cerré los botones que aun
seguían abiertos, ¿cómo no me había dado cuenta que aun tenía la blusa abierta?
– No tenías porque hacerlo, me encantaba la vista que tenía… ¡ay! Ya entendí.
Asentí, y
luego lo acaricie donde lo había piñizcado. Ahora que lo pensaba, nuestra
relación había sido así. Al principio me había sentido algo asustada de lo que
sentía por él, y en cuanto le deje mostrarme como era, todo fue bien…
simplemente bien, era tierno con cada detalle que daba, era preocupado en más
de una manera por aquellos que lo rodeaban y amaba, y era apasionado en cuanto
una chispa saltaba entre nosotros… no, él siempre era apasionado.
Pero de
lejos amaba el como con sus palabras y actos me demostraba cuanto le importaba,
y dejaba tan en claro que sus intenciones eran sinceras. Él no iba detrás de la
empresa de nadie, no, él solo me quería a mí y eso era tan dulce. Antes nadie
me había visto, no más allá de la hermana de la chica súper bella o del genio
en progreso, e incluso como la hija del exitoso abogado y de la mujer más dulce
del mundo… si, sufría un poco de ese mal llamado la maldición del hijo de en
medio. Simplemente era Zoey… Zoey Stonel.
– Presiento
que la luna esta cerca esta noche. – La voz de Heath sonó divertida cuando me
trajo de nuevo a la realidad.
Lo mire sin
entender, – ¿Qué?
Él me
sonrió. – Andabas en la luna, tus ojos de pronto miraron la nada y fue como si
no hubiera nadie en casa. Siempre he creído que dejo a las chicas anonadadas
con mi belleza pero nunca creí que las aburriera.
Le
correspondí la sonrisa y lo golpee juguetonamente. – Espero que eso de las
chicas haya terminado, – Le di una mirada sería y luego volví a mi posición
despreocupada, – Solo pensaba en que te amo mucho. – Su aliento me besaba la
piel cuando hablo a mi oído.
– Te amo
Zoey Stonel, Je t'aime pour toujours mon ange. – Te amo
para siempre mi ángel. Esas simples palabras me robaron el aliento… estaba
prácticamente haciendo un puchero cuando le respondí.
– Moi aussi.
– Yo también.
Cuando él se
rió lo fulmine con la mirada, – Tenía el presentimiento de que sabías francés.
– Es un
bello idioma, – Dije en mi defensa, aunque ambos sabíamos la razón… de saber
francés.
– Si, y es
realmente útil si un día te escapas a la capital de la moda. – Esta vez la
sonrisa que estaba pintada en su rostro era una del estilo de cuando recuerdas
algo gracioso y te lo guardas para ti mismo.
– ¿No vas a
compartir el recuerdo? – Pregunte algo más animada, después de que matara mi
momento perfecto de romanticismo total.
– Solo
recordaba cuando me preguntaste cómo era vivir en la capital de la moda. Es
solo una ciudad más, con un exceso de turistas que contaminan las calles. Hay
la misma clase de arte aquí que allá, hay tan buenos diseñadores aquí como los
hay allá, el chocolate es tan bueno aquí como lo es allá. Todo es igual.
Lo mire
desilusionada. ¿Era eso verdad? Pues claro él vivía allí ¿no? Me sentía algo
triste de que él pensara de esa forma.
Me encogí de
hombros con mi burbuja a punto de explotar, ¿había algo más allí, no? Por algo
seguía siendo la tierra de los sueños… lo mire por debajo del cabello que se
había caído por sobre mi frente. – Sabes eso no es justo…
Él tomó mi
rostro entre sus manos, – Mon ange, – Mi ángel. Lo mire seriamente. Su rostro
estaba serio y mostraba determinación, – Apuesto a que contigo a mi lado, Paris
se vería maravilloso; las calles tendrían color por fin, la misma ciudad
tendría vida si tu caminases por sus calles, el cielo tendría un color
maravilloso digno de ver y hasta el sol tendría un brillo diferente que te
haría aun más hermosa, si eso es posible. Porque la belleza que tienes es
inigualable.
Volví a
hacer un puchero. Debía ser esa época del mes, estaba híper sensible y Heath no
me ayudaba en ese sentido.
– Mon Dieu,
ma petite, Je t’aime… – Mi Dios, mi pequeña, te amo.
Esta vez las
lágrimas rodaron por mis mejillas.
Si, ya era
esa época del mes.
Los brazos
de Heath me rodearon y deje descansar mi cabeza en su pecho.
***
Bien, eso no
había salido como había planeado… no, la verdad es que ni siquiera lo había
planeado. De pronto estaba haciendo de Romeo versión siglo XX y en el siguiente
instante mi Julieta estaba llorando como si el mundo se fuera a acabar ahora
mientras estábamos en este armario en miniatura.
Genial, bien
hecho Heath.
Me felicite
con toda la ironía que podía. Y para colmo antes de que pudiera decir algo más
la puerta del armario se abrió de par en par. Zoey y yo pegamos un salto, a
ninguno de los dos se nos había ocurrido que podíamos ser descubiertos en este
lugar, por un momento este había sido nuestro refugio… Ouch.
Hoy tenía
esa maldita parte poeta a flote, cuanto la odiaba…
– ¿Qué
mierda pasa aquí?
Levante la
mirada reacio, pero no podíamos estar ya más aquí.
El señor
Stonel no se veía para nada feliz.
– Pregunte;
¿Qué mierda pasa aquí?
Tome aire
para hablar…
– Me han
dicho la cosa más romántica que jamás he oído. – La voz de Zoey salió tan
rápido que termino con un hipo.
El señor
Stonel nos miraba a ambos, y de pronto se paro en mí, – ¿Y tenías que ponerte
romántico en un armario?
Me sonroje,
pero de nuevo no pude hablar, – Eso no importa, me ha dicho lo más hermoso que
jamás he oído y no me importa el lugar donde me lo haya dicho, es simplemente
perfecto. – Zoey puso la misma expresión que ya había visto una vez en el
rostro de su madre. Oh-oh, – ¿No me vas a arruinar esto, cierto?
Su padre la
miro con desconfianza, – ¿Qué tal si vamos a ver la peli de tu madre?
Zoey asintió
después de darle “La mirada” y salió del armario. Como el perro faldero en que
me había convertido desde hacía ya un tiempo la seguí sin dudar un segundo.
El señor
Stonel me detuvo un momento y me hablo al oído, – Esta te la perdono, otro
error y te mato… – Asentí sin dudar, estaba saliendo bien librado después de
todo, porque él definitivamente no era idiota, él sabía lo que habíamos estado
haciendo. Sin pensarlo más iba a continuar mi camino pero volvió a detenerme
con su mano, – Haz que hable con Betsy, la pobre esta inconsolable.
Asentí, – Ya
le sugerí hablar con Betsy, y prometió que lo haría. – El señor Stonel me
palmeo en el hombro. Ahora, me sentía estupefacto. Eso era una muestra de
afecto, guau.
– Bien,
ahora ve, – Pero antes de poder correr detrás de Zoey él se volvió a acercar a
mi oído. – Cuando este de un animo pesado o tenga cambios de humor es que viene
esa época del mes, ¿entiendes? – Asentí, pero por lo que entendía de las
mujeres, no se ponían tan pesadas… o eso creía hasta que me fije bien en la
cara del señor Stonel; me estaba mirando con el rostro impasible, – Chico, si aceptas un consejo de alguien que
pasa por eso cada mes y que vive con tres mujeres, no la desobedezcas, hazle
caso en cada cosa por más mínima que sea y por todos los cielos si te pide
chocolate solo dáselo.
Ahora si
estaba con la boca abierta mirándolo estupefacto.
– ¿No se
estará equivocando de persona? Tal vez sea a Vincent a quien quiera decirle
eso, él tiene a una embarazada de dieciséis años…
El señor
Stonel sacudió una mano como restándole importancia, – Tú eres el que tiene el
problema, Betsy se parece físicamente a Zoey, pero es como su madre; una
enamorada del amor, que cree firmemente en que el amor no necesita de nada más,
no se va a poner caprichosa ahora. Mi hija es muy, toma nota, muy parecida a su
madre; el amor es una forma de vida para ambas, pero de lejos, el amor debe ser
demostrado y cuando llega esta época del mes parto a comprar chocolates y
créeme la recompensa es grande por algo tan pequeño, si quieres te lo
demuestro.
Asentí con
reticencia, – Eso quiero verlo.
El señor
Stonel me miro con superioridad, – Tienes tanto que aprender… ven hijo, vamos a
ir a mis reservas.
Lo seguí con
el pensamiento claro de que en cualquier momento me mandaría al carajo, siempre
tenía esa sensación a su alrededor. Parecía que un aura lo rodeaba.
Cuando
llegamos a la sala donde estaban todos, el Señor Stonel se paro y le hizo una
seña a Paul, de inmediato este se levanto y vino hasta nosotros dejando a Emily
junto a Zoey. Betsy no estaba por ninguna parte. Cruce una mirada con Zoey, y
con una seña le pregunte por lo obvio y ella se encogió de hombros, le fruncí
el ceño y ella se levanto a regañadientes del sofá. Cuando me gire el señor Stonel
me miraba con respeto.
– Solo no
abuses de tu suerte, que te siga la corriente esta vez no quiere decir nada. –
Se dio la vuelta para mirar a Paul. – ven a ti también te va a hacer falta
esto, y que conste solo lo hago porque no quiero ver gente herida en mi casa, –
Nos dio una mirada divertida a ambos, – y no estoy hablando de mis niñas.
Me encogí de
hombros aunque sentía un escalofrío por ese comentario, ya quería ver esto.
***
Me levante
del sofá sin ningún ánimo. Pero si Heath se arriesgaba a andar al son de Papá,
yo podía hacer un esfuerzo.
Fui hasta mi
cuarto pero ahí no había nadie. Al mirar por la ventana hacia el jardín vi que
Vincent y Betsy estaban abrazados mientras se balanceaban en el columpio. La
culpa me golpeo, yo no debería haber reaccionado así, ella era la única
persona, bueno tal vez ya no la única persona que me entendía en este mundo
pero era una de esas raras personas.
Bien era
ahora o nunca. Salí fuera de la habitación y corrí escaleras abajo hasta llegar
a la puerta trasera de la casa, Vincent fue el primero que me vio y su cara me
dijo más de lo que esperaba; Yo no le agradaba. Podía vivir con eso, porque si
ha Vincent no le agradaba el que molestara a su novia, eso quería decir que era
un buen novio para mi prima ¿no? Significaba que de verdad la quería.
Camine
despacio sobre la hierba, los pensamientos se agrupaban en mi mente junto con
palabras de disculpa y cargos de conciencia… al final llegue a su lado y me
aclare la garganta, ambos se separaron y Betsy me miro con ese deje de orgullo
que reservaba para la gente que le caía pésimo, creo que eso hizo que el peso
que se había puesto en mi estomago fuera mucho peor.
Mire a
Vincent, – ¿Puedes dejarnos a solas?
Vincent hizo
exactamente lo que esperaba. Me mando al diablo con una mirada, como no desistí
hablo, – No, no voy a dejarla sola para que le grites a tu antojo, una vez esta
noche es suficiente.
Me puse roja
de ira, – Déjanos a solas.
– No le
hables así a mi Vincent. – Betsy se levanto del columpio. – Si quieres decir
algo, solo dilo y vete.
Baje la
mirada, las lágrimas me quemaban los ojos por salir, – Mira lo siento, pero
solo es que duele, creí que podíamos contarnos todo… creí egoístamente de que
yo sería la primera en saberlo… – La mire a los ojos, – Y duele que no sea así.
Betsy me
miro aun seria, – No es la falta de confianza Zoey, solo que creí que así sería
mejor para todos, creí que lo entenderías pero tienes razón eres egoísta,
confié en que si lo decía de esta manera me apoyarías… – Ella dejo de hablar.
Bien, sé leer
entre líneas, por lo menos en esta ocasión. Esta tarde había estado jugueteando
con la pulsera que me había regalado ella una vez, ella tenía una igual... Un
dije de amistad, por dos primas que se querían como hermanas, pues ya no. Me la
quite y se la entregue, – Ya no más amigas, ¿no?
Betsy me
sonrió con ironía, – Yo creo que no. Dolió ¿sabes? Dolió mucho el que no
quisieras escucharme hace un rato cuando trate de explicarme y apuesto a que
estas aquí solo porque alguien te lo pidió, – Eso si que me dolió. Bueno toda
verdad era así, – Así que no, prefiero no seguir siendo tu amiga, – Acepto la
pulsera y si más que decir desencamine los pasos que había dado.
Cuando
llegue a la puerta deje que las lágrimas corrieran. Subí las escaleras hasta mi
habitación y me dirigí al baño. Me veía horrible en el espejo, trate de verme
mejor lavándome con cuidado la cara. Cuando creí estar presentable baje hasta
la sala.
Y casi sentí
ganas de sonreír cuando vi a Heath y a Paul con la boca abierta. Papá y mamá se
estaban besando de nuevo.
***
No. Podía.
Ser.
Lo había
hecho, era cierto. Todo era cierto.
Flash back
El señor
Stonel se acercó a la despensa y saco una bolsa de M&M, Paul y yo lo
observamos. Paul, porque no tenía idea de que hacía aquí y yo porque él pensaba
que iba a ganar algo con una bolsa de chocolates.
Este hombre
estaba loco.
– Tomen nota
mocosos, – Antes de encaminarse a la sala nos dio una última mirada, – Mi
esposa esta en esa época del mes y no tranza tan fácil, pero ya verán, hoy
vamos a ver una autentica película de chicos.
Salió de la
cocina con su bolsa de chocolates y se acercó a la sala donde estaban Emily, Ed
y su esposa.
Oh si, esto
tenía que verlo. Después de la última amenaza que había tenido con la película,
las apuestas iban Shenney Stonel 1 v/s Edward Stonel 0.
La señora
Stonel lo miraba con desconfianza cuando llego a su lado. Era obvio, yo también
lo haría si lo viera sonriéndome como lo hacía con ella. – ¿No vas a querer
cambiar mi peli, cierto?
El señor
Stonel le sonrió mostrando los dientes perfectos que tenía, – No, tu sabes que
no me gusta hacerte enojar, – ¿Su voz había bajado de intensidad? Coloco una
mano sobre el rostro de su esposa, el cariño era palpable, además de otras
cosas. – No me gusta estropear esa hermosa cara con un ceño fruncido, solo
pensé que te gustarían unos chocolates para ver la peli.
Ella le
sonrió de oreja a oreja y ambos, Paul y yo, la vimos dar saltitos en el sofá.
– ¿Me
trajiste M&M? ¿Si? – Ella se le acercó, hasta que quedaron ‘demasiado’
pegados. – Tú sabes que son mis favoritos. – Ella se puso ha hacer pucheros,
sip, Zoey era un clon de su madre y si un día llegaba a ser como ella,
realmente iba a ser una mujer irresistible. Al demonio si dejaba que fuera así
con otro. Mire a Paul, él también estaba algo contrariado o quizás tenía la
misma imagen mental que yo, solo que imaginándose a Emily.
El señor
Stonel bajo su boca y roso los labios de su esposa. – Puede ser, ¿ya comenzó tu
peli?
Ella batió
sus pestañas inocentemente, – ¿Tal vez?
Era como ver
un tira y afloja, y como Paul que ya estaba sonriendo me di cuenta de a donde
iba esto.
El señor
Stonel abrió la bolsa de M&M y saco uno y se lo metió a la boca, – ¿Por qué
no miramos otra película? Esta noche hay más hombres que mujeres… y tal vez sea
más larga para que puedas comer todos los M&M que quieras.
Ella le
respondió con puchero. – ¿Qué vamos a mirar? – Pan comido.
El señor
Stonel tomo un M&M y se lo puso en la boca para callarla, en cuanto ella
comenzó a masticarlo la beso.
Mire a Paul,
estaba igual de rojo que yo. No era para menos, no todos los días podías ver a
dos padres dándose un beso con lengua en frente de sus hijos y visitas. Minutos
más tarde cuando se separaron, el señor Stonel se encamino a la tele y puso una
película.
– Vamos a
mirar el Origen. – Se tiro en el sofá haciendo a un lado a Emily y a Ed que
estaban allí y apenas se termino de acomodar su esposa se coloco a hojarascas encima
de él. Tuve que cubrirme los ojos cuando ella comenzó a mordisquearle la
barbilla y la mano de él descanso sobre su trasero.
Fin Flash Back
Quiero ser
como él.
– ¿Qué
sucede? – Mire a Zoey, y luego a sus padres. Ella siguió mi mirada. – No creo
que podamos estar así de juntos.
Su voz
estaba ronca. Había estado llorando, la abrace y la lleve a uno de los sofás
individuales. Me senté y por poco caí en la tentación de colocarla a hojarascas
encima de mí. No era como si sus padres que ahora estaban besándose de nuevo
pudieran vernos, y más cuando Edward había ido a apagar la luz y a recibir la
pizza. ¿Era esto tan normal? Mire a Paul que también me observaba.
Sus labios
me decían; Esto es increíble. Le
sonreí y levante el pulgar. Estaba absolutamente de acuerdo.
– ¿Qué les
pasa? ¿Qué sucede? – Zoey estaba mirándonos a todos. – ¿Es porque ellos aun
después de pasar la adolescencia siguen besuqueándose como si tuvieran mi edad?
Le sonreí,
recordaba como se había sentido estar entre sus pechos, por inercia una de mis
manos voló hacia sus pechos.
Demonios, se
sentía mejor que bien.
– Chico, tengo
la experiencia de mi lado. Si crees que puedes tocar a mi hija solo porque yo estoy
aquí saboreando a su madre. Estás loco. Así que quita esa mano o te mato.
La quite
como si quemara, tan rápido que Zoey se quejo audiblemente. Emily comenzó a
reírse.
– Paul si
crees que no te veo solo porque estas más alejado de mí, eres más idiota que el
que esta ahí. – Dijo apuntándome, no supe si sentirme ofendido o avergonzado
con sus palabras. – Así que mantén tus labios para ti.
La risa de
Emily paro en seco, – Oye, no es justo que tu seas el único aquí que pueda
disfrutar. Además, no hacemos nada malo. Tú eres el único que cuenta dinero
delante de los pobres.
Y como para
afirmar eso, el señor Stonel hizo algo que ninguno de nosotros pudimos ver e
hizo gemir a su esposa. Oh-oh, esta iba a ser una peli para adultos en un rato
más.
– Edward. –
Se quejo su esposa, pero antes de seguir escuche la bolsa de M&M. ¿Es que
podían arreglarlo todo? Benditos sean los chocolates.
– Emily, te
diré esto; beneficios maritales. Cásate y luego cúlpame.
Todos bufamos.
Mientras ellos reían.
Zoey se pego
más a mí y yo la abrace porque sentía que ningún chocolate iba a salvar a mi
nena esta noche. La tristeza de sus pequeños suspiros me entristecía a mí
también.
– No te
perdono, – Le susurre al oído. Ella negó aunque había hecho una afirmación. –
Se fuerte mi amor, todo va a ir bien. No hay nada que no se pueda reparar.
– Desearía
no haberle dicho todas las cosas feas que le dije, – Respondió entre susurros.
– Hay veces
en que nosotros no sabemos que impacto tienen nuestras palabras en otras
personas, a veces nosotros simplemente queremos descargarnos y después parece
imposible arreglar el daño, pero puede serlo amor. Solo dale tiempo a Betsy,
deja que todo se enfríe.
Ella asintió
y me beso en los labios. Y como si fuera lo más natural la acomode en mi abrazo
y puse una de mis manos en su muslo derecho. Nos separamos cuando Paul se
aclaro la garganta. Lo fulmine con la mirada pero él y Emily se estaban riendo,
era obvio que si ellos no podían besarse tampoco lo haríamos nosotros.
Por lo menos podía
tenerla abrazada de esta manera, estando entre mis brazos donde podía cuidarla
de cualquier mal.
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