Estar en clases era una tortura, mire a mi lado y estaba Alex que había sobornado a la chica que se sentaba a mi lado para que le dejara el lugar. Y bien ¿la tortura? Pues, era que estaba recordando a cada momento como se sentían los labios de Alex, aunque aun no sabía porqué, a mi no me gustaba.
Lo volví a mirar.
¿Cómo podría gustarme? Estaba anormalmente feliz… aunque ahora sabía que sufría
por dentro. Vestía siempre con ropa de una talla más grande, y siempre lucía
ojeras y el cabello desordenado, sabía que solo se lo peinaba con los dedos
porque lo había visto hacerlo varias veces antes de entrar al comedor y hasta
ahora no lo conocía lo suficiente para encontrar más detalles escabrosos. Pero
si tenía una ventaja, desaliñado o no, el chico era guapo.
Eso me habían dicho.
–¿Por qué me miras
tanto? Me asustas.
Mire hacia la pizarra–
No te miraba.
Me piñizco la mejilla–
Claro que me mirabas, de esa forma oscura que tienen las mujeres cuando quieren
algo.
–¡Yo no quiero nada de
ti! –Le grite.
Todo el mundo se dio
vuelta en nuestra dirección. Alex les hizo una seña a todos, incluso al
profesor.
–Lo lamento mi prima
es tímida.
–¿Tú lo crees? –Le
dijo una chica detrás de nosotros.
Alex se dio la vuelta
para encararla– Por supuesto que lo creo, Robin es así de tímida. –Dijo,
extendiendo los brazos.
Me sonroje– Por favor
deja de hacer eso.
Él me sonrió– Pero si
eres muy tímida.
–Basta de timidez y
todo lo demás, es hora de que presten atención aquí adelante. –La voz del
profesor acallo cualquier voz que estuviera hablando.
Seguimos en silencio durante
mucho rato, al final el timbre rompió esa quietud y todos se dispararon hacia
el salón de historia, yo no me apresure porque esa materia estaba apunto de
reprobarla. Tome mis cosas y salí en dirección al gimnasio.
–¿Dónde vas? El salón
de historia es para el otro lado.
–No voy a aburrirme en
esa clase, además ya estoy apunto de reprobarla. –Le dije con amargura.
Al principio no era mi
intención fugarme de clases, pero esos chicos mayores siempre me quitaban la
mochila al salir del salón, esta era su hora libre pero ahora se la habían
cambiado por causa de un profesor.
En fin, ahora
simplemente me escondía allí donde no me viera nadie que pudiera molestarme.
–Ve a clases. –Le dije
ya caminando hacia el gimnasio.
–Bueno. –Me dijo de
mala gana.
Cuando llegue al
gimnasio no había nadie, así que subí a las gradas rápidamente y lancé mi
mochila con mis cosas. Solo no predije que alguien iba a tomar mi mochila desde
arriba y a registrarla.
–Hola dulce Robin,
¿qué traes hoy para comer?
Me sonroje pero algo me
paso– Solo yogur con frutas.
Tom me sonrió de medio
lado– Así mantienes esa figura ¿eh?
Volví a sonrojarme,
aun no llegaba esa melodía que solía recitar mi corazón, una que tocaba con
mucha rapidez cada vez que lo veía.
–No es así, suelo
comer mucho más pero hoy solo pude sacar eso de la cocina.
Tom me hizo lugar y me
senté a su lado– Nunca habíamos hablado. –Negué con la cabeza– Es raro.
–Un poquito.
Su mano se poso en mi
cabeza y la giro en su dirección– Bastante raro.
Su cabeza se inclinó
sobre la mía y cerré los ojos, cuando me beso espere que me hiciera volar y
hacer sentir mariposas en el estómago pero… nada ocurrió. Sus labios separaron
los míos y su lengua entró en mi boca, algo que me dio un poco de asco. Desee
que terminara, por eso me separé algo rápido de él.
Me miro con
curiosidad– Ese mocoso que te acompaña es tu novio ¿no?
–¡¿Qué?! Claro que no,
es mi primo.
Me dio una sonrisa de
desagrado– Y yo soy imbécil, déjame solo y lárgate de una vez de mi vista.
Sin entender nada y
maldiciendo también a los hombres, me retiré con mis cosas, antes de terminar
de bajar las escaleras de la galería me di cuenta de que no llevaba mi comida.
Me di la vuelta y mire
arriba– ¡Comete el yogur o tíralo! ¡Me da igual!!
Él me miro desde
arriba– ¡¿No te vas?!
–¡¿Qué carajos te
pasa?!
Por un momento pareció
sorprendido– ¿Qué me dijiste?
Tire mi mochila a un
lado y corrí hasta arriba– Dije, ¿Qué carajos te pasa? No entiendo a los
hombres, son todos unos idiotas y…
Antes de poder
continuar él se puso a reír compulsivamente.
–Pobre de ese idiota
de tu novio, ¿así le gritas?
–¡Ah!! –Le di un
manotazo y baje las escaleras– ¡Eres un pendejo!
Cuando iba saliendo
mire hacía atrás y lo vi riéndose a carcajadas de mí. Le hice una seña obscena
con el dedo medio.
–¡Jódete!
Al no recibir
respuesta me imagine que se siguió riendo, lo que me hacía exasperarme. Seguí
mi camino hacia el comedor, hoy iba a tener que comprar que comer.
Al llegar al comedor
me di cuenta de que era aun temprano por lo que espere hasta que apareció mi
curso con un muy triste Alex detrás de ellos. Corrí hasta él sin pensarlo,
quería saber que le ocurría, me dolía que estuviera así.
–¡Alex! –Lo agarré del
brazo– ¿Qué te pasa?
Me miro frunciéndome
el ceño– ¿Por qué no me dijiste que tenías novio? No me hubiera preocupado porque
te quedaras fuera de clases… o eso creo que siento. –Dijo con la confusión
escrita en su cara.
Estaba harta, lo
agarré y lo zarandee– Que. No. Tengo. ¡Novio!!
Él me miro enojado–
Entonces, ¿quién era ese tipo con el que te besabas?
¿Él me había visto?
Ups.
–Es un chico que creí
que me gustaba pero no lo sentí… –Me toqué los labios mientras miraba el patio
a un lado del comedor– Se supone que debo sentir “eso”, lo que todos sienten
esa, esa conexión ¿no?
Él me golpeo la cabeza,
mientras se reía de mis sentimientos– Tontita.
Le di una patada en la
espinilla– Solo por eso me vas a invitar a comer hoy, quiero una hamburguesa y
papas fritas con una coca-cola.
–¿Qué pasa con la
dieta? –Me preguntó divertido.
Le di otra patada– ¿Me
estas diciendo gorda? Limítate a pagar.
Él me abrazo de
improviso– Bueno, aunque ¿sabías que si engordaras la grasa primero iría a tus muslos
y luego a tus pechos?
Me mire y no me vi mal,
le di otro golpe en la espinilla– ¿Qué te pasa con mi cuerpo?
Me miro algo
confundido– Nada, tienes unas bonitas piernas y un bonito trasero y estoy
seguro que tus pechos caben en mis manos…
Le tape la boca y mire
hacia todos lados por si alguien nos había visto u oído.
–¿Qué? No me estaba
ofreciendo para tantear con mis manos, ni nada…
Acerqué mi cara a la
suya– A veces creo que haces esto solamente para exasperarme.
La inocencia que había
en su mirada me decía que, no era así pero cuando sonrió mi corazón latió
fuerte.
–¿Estás segura que no
son novios? A mí me lo parece.
Mire a Tom que estaba
con mi envase con yogur en la mano, de nuevo volví la mirada a Alex que lo
miraba con odio y eso no me agrado. Le di un toquecito en la barbilla y le
guiñé un ojo, Emily me había dicho que así se captaba la atención de un chico,
y lo comprobé con el sonrojo de Alex.
–No me gusta que lo
mires así. –Me di la vuelta– Viniste a devolverme mi pote, supongo.
Él me sonrió de mala
gana– Si, aquí esta. Todo tuyo y recuerda que primero se va a tus muslos y…
Esto. No. Tenía.
Nombre. Le di una patada en la espinilla y le jale la oreja.
–Perdono a ese baboso…
–¡Oye! –Me dijo Alex.
–Solo porque es mi
primo y sé que no puede cambiar su forma de ser tan... especial pero no se lo
permitiré a nadie más.
Tom me gruñó– A mi no
me gusta que me golpeen y menos una niñita.
Alex me separó de Tom
con mucho cuidado– Al poco tiempo te acostumbras, me dio un golpe duro en el
estomago la noche que quise acostarme con ella.
Tom nos miro sorprendido
y al poco rato me di cuenta del porqué. Me sonroje de pies a cabeza cuando
entendí como sonaban las palabras de Alex.
¡Ese idiota!
–No es lo que piensas,
este idiota habla de esa forma, no tienes que hacerle caso, créeme… –Dije
hablando rápidamente, me cubrí la cara– Oh Dios…
Alex estaba divertido–
¿Qué pasa?
Tom lo estudió
detenidamente– Acabas de insinuar que te “acostaste” con tu prima idiota.
Alex seguía sin
entender– ¿Qué tiene? Un día dormimos abrazados y descubrí que Roby es
calientita y esponjocita.
Me sonroje, recordaba
esa tarde que me acosté a dormir en el sofá de la sala de estar.
El día había sido
perfecto, con decir que Emily me había acompañado comiendo chocolate y jugando
cartas, solo faltaba echarme y tomar una siesta para cerrarlo con broche de oro.
Lo hice, pero al despertar unos brazos me estaban rodeando y la cabeza de “ese”
alguien estaba enterrada en mi cuello. Me había girado un poquito y al ver que
era Alex, quien estaba durmiendo con tanta paz me había dado pena despertarlo, así
nos quedamos hasta que despertó y me dio un beso en el cuello.
–¿Esponjocita? –Tom se
rió– ¿De dónde?
Le lance una patada
pero la esquivo y casi perdí el equilibrio sino es por el brazo de Alex que se
enredo en mi cintura.
Alex me apretó el
estomago– De aquí, siempre me encanta tocarle su pancita.
Mis tripitas sonaron–
Tengo hambre…
Alex me dio la mano–
Bueno, nosotros nos vamos desconocido. Tengo que darle de comer después de
reírme de ella, aunque no entiendo aun porque se enojo. Bueno, adiós.
Tom nos quedo mirando
sin saber que decir.
Apreté aun más su
mano– ¿Me vas a comprar mi hamburguesa?
Nos detuvimos en
frente del letrero de comida y él comenzó a pedir comida. Mire mi pote con
yogur y fruta, Tom no lo había tocado.
–Compra una cuchara
también.
–Bueno.
Salimos al patio y
buscamos un lugar donde poder comer, o sea, terminamos debajo de un árbol.
Había muchos en el patio por una cuestión excéntricamente ecológica.
–Tú hamburguesa y
papas fritas, todo acompañado por una rica y saludable coca-cola. Provecho.
–Gracias.
Tome mis cosas y las
coloque encima de mi mochila.
De pronto una de las
manos de Alex agarro mi vestido, –a petición de Emily me estaba vistiendo con
vestidos y calzas, sin olvidar mis converse pero me sentía… demasiado
femenina–, Le golpee la mano a Alex.
–No seas pervertido.
Alex me tiro del
vestido– Tú no seas exhibicionista, estabas mostrando casi todo.
–Bien, lo siento. –Le
dije de mala gana.
Seguimos comiendo
nuestros almuerzos, él se había comprado un sándwich y ensalada de brócoli, me
estaba haciendo ver gorda. Termine mi comida mucho después que él y abrí mi
pote de yogur.
Le di un toquecito en
la cabeza– Ahora di “a”.
Alex se acomodo en mi
regazo– A.
De nuevo mi corazón
latió fuerte, ¿qué me pasaba?
Le di yogur
turnándonos, y aun no me dejaba esa sensación en mi pecho.
–Ya esta siendo hora
de ir a clases, ¿vas a entrar? –Preguntó quitándome el pote y limpiándolo con
el dedo. Iuk.
–Si dejas de hacer eso
iré.
Alex tiro el pote en
mi mochila y se la colgó en su hombro– Vamos.
–Ok. –Solo un par de
horas más y saldría de clases.
–¿Hoy también vas a
acompañar a tu prima a sus clases?
Asentí con algo de
pena, hoy tocaba clases de premamá e iba a acompañar a Em, no me gustaba que
estuviera sola en eso y menos ahora que Jane no podía acompañarla porque
trabajaba con Marcus en algo súper secreto.
Presintiendo mi estado
de ánimo, Alex me abrazo por los hombros.
–Ella es fuerte, no sé
que le paso pero ella se ve tranquila y eso es lo que importa. –Me abrace aun
más a Alex– ¿Qué pasa?
–Gracias Lex.
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