Querida
Emily;
Por motivos que no
podemos explicarte con claridad tuvimos que hacer un viaje urgente con tu
abuelo Alfred, son cosas de las que no debes preocuparte. Estaremos de vuelta
en unos días, aunque me reservo el derecho a equivocarme si demoramos, descuida
te hemos dejado en buenas manos, papá ha decidido que tú y Paul se quedaran
bajo su cuidado durante nuestra ausencia por lo que deben estar tranquilos
sobre posibles intentos de secuestro o cualquier cosa extraña.
Estarán
bien, crean en mí pero por favor, mantente al lado de Paul y cuídense
mutuamente, sé que no es demasiado pedir.
Nos
vemos.
Con
Amor mamá.
PD1:
Tu padre dice que te ama y que comas bien ya que debes cuidar a Jean Pierre,
también Paul debe procurar fijarse en eso (es una orden).
PD2:
Tu abuelo dice que ese mocoso debería estar pegado a ti en todo momento
[(también es una orden) a los Stonel les encanta mandar, ¿no es lindo?].
PD3:
Tu padre dice que puede que estemos desconectados así que no te asustes si no
respondemos a tus llamadas (además las llamadas a larga distancia son carísimas,
no las hagas y por cierto eso no es una orden).
Leí la carta varias
veces y aun no la comprendía, me había levantado para encontrarme abrazada a
Paul y cuando ambos nos levantamos después de aclarar que él me estaba haciendo
compañía bajamos para horas después llegara una carta de parte de mis padres.
–¿A dónde fueron? –Le
pregunte al abuelo no por primera vez.
–Te he dicho que
tenían cosas que hacer con Alfred, el viejo ya tiene un pie en la tumba y
necesita poner todo en orden antes de irse, supongo. –Me dijo con lástima.
Mire a Paul que
parecía conmovido por lo que estaba diciendo mi abuelo pero lo desestime con un
movimiento de mi mano.
–La última vez que los
vi juntos bebiendo como locos whisky se veían bastante sanos. –Mire a Paul–
Además los dos son de la misma edad, por Dios si hasta estudiaron en el mismo
instituto, ya suéltalo abuelo qué está pasando.
El abuelo Jason miraba
con pena fingida a Paul, ya sabía que era un blanco fácil de conmover– Así son
los nietos, te tratan de mentiroso y otras cosas cuando ya eres tan viejo que
no te puedes defender.
–Mon Dieu Emily deja a
tu grand-père en paz, quizás tus padres tenían cosas que hacer. –Lo mire a los
ojos pero esquivo mi mirada, eso me dio una pista.
–¡Tu sabes donde
están! –Lo acuse– ¿Qué está pasando?
–Creo saber donde
están pero no quiero molestarte y no me agrada que te estés agitando de esa
manera, no le hace bien a nuestro hijo. –Tenía ganas de gritar pero él sólo
tomo mi rostro entre sus manos y continuó mirándome– Respira lento y a pausas
para relajarte.
–Eres pediatra no…
–Shh… deja de buscar
pelea y relájate. Vamos a ir a caminar fuera a los jardines y así te relajaras
más rápido.
No lo creía pero lo
seguí de todas formas, aunque me sentía tan malvada como para dejarlo vagar por
varios corredores que no llevaban ni cerca al jardín, lo que me hizo sentir
bastante feliz, después de todo me encantaba vagar por esos pasillos oscuros y
tenebrosos llenos de pinturas extrañas.
–¿Cuándo vas a decirme
hacia donde debo ir? –Me comentó Paul con una sonrisa mientras seguíamos otro
pasillo equivocado.
Le sonreí complacida
conmigo misma– Me gusta esto.
–¿Qué? ¿Vagar por los
pasillos? –Un brazo me rodeo por los hombros.
–No, tonto. Me gusta
esto, estar contigo. –Le dije más feliz de lo que me había sentido en mucho
tiempo.
Me atrajo a él
suavemente para luego depositar un beso en mi frente y luego en mi boca– No
sabes lo feliz que he sido estas últimas horas contigo, me encantaría estar
contigo para siempre.
Sonreí con tristeza– A
mi también me gustaría.
Paul me miro de pronto
ilusionado– ¿Sabes cuál es mi sueño? –Negué– Una pequeña casita en un barrio
tranquilo llena de niños y tú esperándome después de llegar del trabajo, aunque
nunca te obligaría a dejar tu trabajo sólo te pediría que me esperaras para
pasar la tarde juntos en casa con los niños…
Me deje llevar por su
sueño y asentí de acuerdo con la última frase– Y un perrito, aunque tendría que
tomar pastillas por mi alergia al pelo animal pero me encantaría que los niños
tuvieran uno.
–Y unos cuantos
hámsteres, siempre he querido tenerlos como mascotas. Los niños los amarían.
–Dijo pensativo– Siempre que le ofrecí uno a Heath mientras vivíamos en el
departamento se negó, creo que les tiene pavor, poco después comenzó a llamarme
el rata.
Me reí, siempre había
querido saber sobre su sobrenombre– Podríamos ponerlos en tu oficina, aunque
nunca me ha gustado eso de una oficina en casa, me parece algo de gente
obsesionada con el trabajo y no es que piense eso de mi padre pero a veces su
estudio me resulta intimidante.
Paul pareció estar de
acuerdo conmigo– Si, creo lo mismo, por lo que haríamos una habitación fuera de
casa junto a la casita en el árbol de los niños.
Comencé a imaginar la
casa y el patio, el árbol y la casita sobre él– Y al lado de la casa del perro.
Paul asintió
satisfecho– Si, cerca de los columpios de los niños, para verlos en todo
momento.
Suspiré– Y ver cuando
te hagan señas, hasta que ya sean demasiado mayores para jugar ahí. –Casi podía
ver los niños jugando– Sería hermoso.
–Si, creo que
deberíamos casarnos cuando tenga el divorcio.
–Si. –Dije antes de
darme cuenta de lo que estaba diciendo– Espera, ¿Qué has…?
Paul miro hacia un
lado– Vamos al jardín a caminar, el día esta tan lindo.
Y me llevó por el
camino directo al jardín.
Habían pasado días que
no veía a Emily y por lo que me habían contado estaba en casa de su abuelo
Jason. Por lo que me habían contado estaban pasando muchas cosas últimamente
por esos lados, razón por la cual iba a hacerle una visita. Me sentía bastante
sola, aunque eso no era justo para Alex, quien me estaba acompañando a todos
lados como el más lindo de los novios.
Claro también me
seguía a todos lados un lindo gato que no paraba de maullar porque tía no
estaba para cuidarlo y mimarlo.
Me estaba
desquiciando.
–Sé que te molesta
Frodo pero tía Sheney me lo encargo antes de salir de viaje. –Dijo Alex en tono
de disculpa.
–Debería llamarse
Gollum. –Porque de seguro en lo único que pensaba era en su “precioso” o mejor
dicho preciosa dueña– ¿Debes cargarlo en todo momento? Puede caminar.
Alex me sonrió de
manera distraída– Si por mí fuera, te cargaría todo el día.
Me sonroje, por más
que pasaba el tiempo no me podía acostumbrar a esos comentarios– No, gracias.
No sería cómodo para nadie.
–Si, lo imaginaba.
–Suspiró con desaliento– ¿Quieres conducir por hoy? A Frodo no le gusta viajar
en su caja.
Mire con celos al gato
negro con esa mancha naranja que se burlaba de cualquiera que pensara que era
un gato de mala suerte, aunque yo sabía la verdad que no daba mala suerte sino
que era malvado hasta en lo más profundo de sus pequeños huesos.
–Yo conduciré, súbete
al auto con tu querido… gato. –Recordaba haberlo escuchado maullar con toda su
maldad al otro lado de la puerta de la habitación justo en el momento en que
dormíamos abrazados, después de eso Alex se había levantado y lo había llevado
a la cama, donde me había arañado más de una vez que había intentado abrazar a
Alex.
Alex sin darse cuenta
de mis pensamientos o quizás ignorando las malas vibras que estaba irradiando,
comenzó a hablar de cosas triviales en todo el viaje hasta casa de Jane.
–…Juro que me encanta
cuando ronronea, ¿no te gusta? –Trate de ignorarlo pero como seguía mirándome
tuve que responderle.
–Me gustan los gatos.
Pero no me gusta ese gato que llevas ahí. –Alex me sonrió pero apenas seguí la
sonrisa se le borró.
–¿Por qué no te gusta?
–Negué pero él insistió– Solo dilo Robin.
–No me gusta como me
mira, ni cuando me araña cuando trato de acercarme a ti o cuando adrede no me
deja dormir ronroneando en mi oído. –Dije mirándolo con odio.
Alex me miro algo
decepcionado y casi me hizo sentirme fatal, sino fuera porque sabía que yo
tenía razón.
–No lo hace con mala
intención.
No hablamos hasta
entrar en casa de Jane y encontrarnos con Emily y… el que suponía que era el
padre de Jean Pierre. Un hombre alto de cabello castaño claro y unos ojos
azules más claros que los míos o los de Emily, era realmente atractivo, en
especial porque se veía bastante atlético.
Alex me frunció el
ceño– ¿Quién es él?
–Je suis Paul, mucho
gusto. –Dijo el susodicho sin ninguna molestia– ¿Cómo están? Robin y Alex, ¿no?
Acepte su mano– Mucho
gusto, soy Robin Stonel.
–Oui, te pareces mucho
a tu hermano Zackary. Para que no te asustes más, Emily me ha estado contando
sobre su familia esta semana. –Nos sonrió de manera encantadora– Y me contó
sobre su primo Alex que esta estudiando en la ciudad contigo, además de ser tu
novio.
Alex le frunció el
ceño, algo extraño en él porque solía ser bastante agradable con todo el mundo.
–¿Te vas a quedar?
Paul le sonrió a Emily
como solo había visto hacer a las parejas felices de la familia, con un amor
que no todos entenderían.
–Esa es la idea, a
menos que tu prima me eche a patadas de aquí.
Emily le sonrió de
vuelta– No te vas a librar tan fácil de tus resonsabilidades, tendrás que
ayudarme a cambiar pañales y pasear a Jean Pierre por las noches.
Paul levanto las manos
en señal de rendición– Claro que lo haré.
Le sonreí– A
propósito, ¿dónde está Marcus? No lo he visto últimamente.
Emily retorció las
manos– No creo que lo veamos muy pronto, está en una misión.
Paul miro a Alex–
Ustedes dos comparten algo en común. –Alex lo miro sin saber de que estaba
hablando– Ninguno de los dos soporta estar conmigo en la misma casa. –Se rio
como si fuera un chiste privado– Ahora, ¿quieres jugar a matar zombis? Logre
introducirme a mi base de datos on-line y descargue uno de mis juegos para Wii.
Alex me miro
interesado pero después miro al gato, casi podía ver que estaba pensando.
–Dame el maldito gato
y anda a jugar. –Le dije tendiendo mis manos hacia esa cosa peluda.
Alex me lo dio– No le
hagas nada, es de tía Sheney. Te amo.
El gato me miraba de
una manera que auguraba que pasaríamos un mal rato.
–Yo te amo más para
aguantar esta tortura de forma voluntaria. Recuérdalo.
Un edificio
cualquiera, una visita cualquiera.
–¿A dónde crees que
haya ido tu padre? Dijo que nos encontraría después. –Me pregunto Sheney, no
pude evitar pensar que se veía muy joven con un vestido hasta la rodilla y un
abrigo morado, completaba el conjunto con unas botas y una boina morada. Parecía
la hermana mayor de las niñas.
–También dijo que nos
encargáramos del suegro de Paul. –Me aclare la garganta.
–¿Te dije lo guapo que
te ves en ese traje? –Me sonrió pícaramente.
–No, pero me imagino
lo que estas pensando. Lo haremos después. –La tome de la mano y la lleve
dentro del edificio, llegué hasta el primer ascensor antes de que alguien
interrumpiera mi paso– ¿Disculpe? –Le dije a la niña que estaba parada en frente
de mí.
–Lo siento, no puede
continuar su paso. No está invitado a entrar.
Le sonreí
discretamente– Soy Edward Stonel, Abogado de las empresas Stonel ¿me deja
pasar?
La niña iba a debatir
pero Sheney la calló con una señal– Nos va a dejar pasar ahora, el hotel Stonel
es uno de los destinos turísticos de esta ciudad, si se atreve a negarnos el
paso me encargaré de propagar información desfavorable a su negocio.
La joven sin saber que
hacer se retiro de nuestro paso.
Seguimos adelante y
subimos hasta el último piso sin más demora.
–¿Crees que nos éste
esperando seguridad? –Me preguntó sin la más mínima nota de preocupación.
–Probablemente, pero
suena interesante ¿no crees?
Sheney salió primero
del ascensor– Muy interesante, vamos a pelear.
–Yo hago la paz mi
amor. –Le dije feliz de sus ánimos.
Entramos a la oficina
sin hacer el menor caso de la secretaria que estaba levantándose de su
escritorio y para su mal cerré la puerta con llave en cuanto entre.
Detrás de un gran
escritorio de madera rústica estaba sentado un hombre mayor a mis ojos, sólo
nos dedico una mirada de aburrimiento antes de levantarse de su lugar.
–No sé quienes son
ustedes pero van a tener que salir de aquí, estoy ocupado ahora…
Me acerqué a su
escritorio y con paciencia saqué los papeles que traía conmigo en mi maletín–
Necesito la firma de su hija en los lugares señalados con una cruz.
El tipo me sonrió
desagradablemente– Dígale al niño que vuelva, sus padres están muy tristes por
su ausencia.
Le sonreí con mi mejor
sonrisa de depredador– Dígale a su hija que firme los papeles o su papi va a
ser un hombre muy desgraciado.
Antes de que dijera algo
más Sheney se acercó a él– Va a ser un hombre muy miserable detrás de rejas,
¿no es cierto amor? –Asentí acercándola a mí– Aunque tal vez sea un poco más
porque a nadie le gustan los estafadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario