Fije mi
mirada en la ventana de mi habitación, pasado mañana sería mi cumpleaños y
hasta el momento (casi una semana después de “uff” esa noche) no había tenido
noticias de Heath. Sabía que papá no era la causa de la falta de Heath porque
había estado muy ocupado manteniendo felices a mis tíos que ya estaban
instalados en un hotel cerca de casa y a la vez lo suficientemente lejos para
que no estén sobre él a cada instante. Así que, qué estaba pasando. Me revolví
el cabello por enésima vez, lo bueno era que no estaba sola en mi pena, Emily
había estado de un ánimo similar al mío, en comparación; el humor de un oso
grizzli y un lobo sin carne cerca.
– … como iba
diciendo, tenemos que ir a dar nuestro último vistazo a los arreglos del salón
esto va a ser genial debemos colocar las guirnaldas, no, eso ya esta, entonces
nos queda…
Mire mi
teléfono de nuevo, ya era la veinteava vez que lo hacía en el día y eso no me
hacía feliz porque ya era la veinteava vez en este día que no tenía respuesta
de Heath sin contar que Edward… Oh, Edward.
Me mordí la
mejilla por dentro, para contener la rabia.
Ese mocoso
era tedioso, no me daba ninguna respuesta y Em ya estaba por romper su laptop y
juro que le ayudaré en el momento en que se decida. Con gusto compraría un
martillo tan grande y pesado que con un solo golpe no quedará nada de ese
cacharro que tanto ama y adora…
– Ocho gatos
y dos perros después…
Escuche a
Betsy en la lejanía, pero la ignore. Retorcí mis manos, eso me encantaría,
matar su bien más preciado para que aprendiera con quien se estaba metiendo. La
furia de una adolescente – Si Betsy hazlo.
Apenas
tuviera acceso a esa cosa… Oh y a sus juegos, ese PlayStation, si, eso voy a…
Betsy agarró
con toda su fuerza mi cara y la pego a la suya. – ¡No me estas escuchando!
– ¡Ah! No me
grites, si te estaba escuchando. – Dije quitándome las babas de la cara ¡puaj!
– Zoe ¿qué
te dije hace un rato? – Me quede en blanco. Había comenzado a hablar de los
preparativos faltantes para la fiesta ¿no? Betsy me miraba impasible cuando
comenzó a hablar de nuevo. – Estoy embarazada no soy estúpida ni ciega. No
estas prestando atención y mascullas cosas que no entiendo.
Me sonroje.
– Es que no se nada de Heath… – La pena fluyo en mi voz ya que Betsy se
retorció cuando hable, – Y Ed no me dice nada.
Betsy me
abrazo firmemente – Tal vez él tampoco lo sepa.
La mire como
si le hubiera salido un tercer ojo, – Ni tu puedes ser tan ingenua.
Me sonrió
con desanimo – No, ni yo me creo eso pero ten fe. Pasado mañana aparecerá y
todo será mejor ¿Ok? – Me soltó y volvió a su lugar anterior.
Negué con firmeza.
– No, no esta bien. Lo iremos a ver hoy. – Dije golpeando mi puño contra mi
palma abierta. – Y después de eso todo va a estar bien.
Betsy me
miro y me sonrió con dulzura. Ella no me iba a ayudar. Suspiré con todas mis
fuerzas. – ¿Qué hago?
– Ayudarme a
que Marcus y Vincent no se crucen solos por el camino, eso sería bueno. – La
mire interesada. Hasta ahora me había mantenido en la silla de mi escritorio
mirando la nada pero esto prometía. Me lace a la cama donde estaba sentada
Betsy, me senté y me abrace a mis rodillas.
– Cuéntame
por qué. – Betsy se paso las manos por el vientre. – Ya, eso. Pero debe haber
algo más.
Betsy se
encogió de hombros – Si hay algo más no lo sé aun.
Me deje caer
a la cama con los brazos abiertos – Creí que sería algo entretenido.
Betsy me
sonrió – Mi vida no es ni la mitad de emocionante… no, espera, suele ser mas
emocionante solo que en casa donde tengo personas malas que no quiero ni
recordar además de mis propios fantasmas con los que combatir.
Me levante
de inmediato – Aun tienes ese fantasma que ronda el caserón. – Ignore lo de
antes por obvias razones; no quería deprimir a Betsy recordándole cosas feas.
En fin, la
casa de Betsy era tan o mas antigua que el carbón, tenía pisos de roble oscuro
y paredes llenas de retratos familiares, era como entrar en Howard, varias
veces sentí la necesidad de pedir la clave secreta para pasar al cuarto de
invitados. Se decía que cada noche de invierno ronda los pasillos de la casa un
caballero de época con su sombrero de copa alta. Algo muy extraño, porque su
padre decía que en los registros familiares no había vivido nadie en la época a
que se ajusta la imagen de ese hombre.
Betsy se
estremeció – No me agrada hablar de eso. El pasado invierno sentí una ráfaga helada
por las noches durante toda una semana, después de afirmar que el tipo nunca
había vivido en casa y que solo había sido una mala broma familiar. Nunca más
negué su asistencia. Nunca.
Wow. Iba a
hablar pero no se me ocurría que decir, eso era algo que Betsy no me había
contado. Aunque es de miedo.
– Ya no
hablemos más, hoy debes ponerte linda.
La mire sin
saber que decía - ¿Para qué?
Betsy se
levanto – Porque hoy vamos a comer con mis padres y sabes que debes verte
genial para eso.
– A tu padre
no le molesta mi apariencia y tu madre es botánica, lo último que piensa es en
como me veo hoy.
– Bien, a mi
me importa. En un minuto te verás casual y muy pero muy bella.
Mire hacia
mi closet, no otro día más de tortura. Me encantaba probarme ropa hasta que
Betsy me obligo a hacerlo hasta tres veces al día desde que Heath no ha estado
a mi lado para salvarme de ella.
Betsy se
interpuso en mi campo visual – Arriba.
***
– Otro día
más sin noticias.
Arreglé mi
ropa para el día mientras pensaba lo que necesitaba para mi día de clases,
tenía algunas materias de las que necesitaba algunos libros del estudio de
papá. Bien chica concéntrate en eso. Era estudiar o pensar en la última mañana
en que había visto a Paul.
Esa mañana
me había sentido bien… incluso después que la pesadilla se había ido dejándome
angustiada al comienzo pero luego dando paso a la tranquilidad, claro, ayudaba
de mucho que estuviera calentita con las cobijas en aquel momento. Ese día era
la excepción ya que siempre se quedaban
en el suelo dejándome no solo abatida por el sueño sino también helada hasta
los huesos cada vez que tenía pesadillas, era raro que estaban en el mismo
lugar, incluso estaban hasta más ajustadas que lo normal.
Recuerdo que
me acomode más contra las cobijas…
No. Espera.
Dije acomodarme CONTRA las cobijas, ¿cómo haces eso? Me pregunte inocentemente.
Me senté de
inmediato y en ese momento me di cuenta de que Paul estaba durmiendo de costado
y uno de sus brazos me rodeaba la cintura posesivamente. Estaba tan relajado en
la cama que parecía un ángel… y como si la cama le perteneciera y con ella yo
también.
Me sentí tan
tentada que con mis manos le acaricie el rostro.
– ¿Qué haces
aquí? – Le acaricie el cabello pero nada pasó. Baje mis labios hasta los suyos
y eso pareció captar su interés.
Paul suspiro
antes de abrir los ojos. – Mon Diu, he despertado de un sueño para caer en
otro. Y que buen sueño es. Lo mejor que puedo hacer es seguir durmiendo, así
mon ange seguirá conmigo en la cama.
Le sonreí
encantada. – ¿Qué haces aquí? O es que mi memoria esta mal, recuerdo que me fui
a dormir con mis hermanos y tu te habías ido con Heath.
Paul se
sentó a mi lado abrazándome, – Anoche nos quedamos gracias a que tu madre es un
corazón bondadoso y creyó que era muy tarde para que regresáramos a casa y… -
Me miro estudiando mi cara como si esperara a que yo lo interrumpiera. – La
cosa es… que tuviste una pesadilla y en ella te volviste toda una fiera, nos
asustaste a todos los que estábamos aquí anoche, pero tranquila te calmaste en
cuanto comencé a hablar contigo por eso estoy aquí. Tus hermanos creyeron que
era mejor dejarnos solos.
Oh, lo había
vuelto a hacer. Me cubrí la cara con las manos, solo esperaba no haber
lastimado a nadie, pero Paul me lo habría dicho. Si, él lo haría. Luego preste
atención a algo, mi mente aun estaba algo adormilada pero no lo suficiente como
para no darme cuenta de que él se había quedado en casa y si estamos en eso, no
iba a bastar el buen corazón de mamá para que se quedara aquí. Pero dejé eso
para después, algo estaba mal pero lo dejaría para después.
Paul se
separo de mí y se estiro en la cama, desde ahí me sonrió, – Quiero seguir
durmiendo aun es muy temprano.
Mire hacia
mi despertador en la mesita de noche. – Son las Diez de la mañana.
Él se
encogió de hombros y siguió durmiendo. Lo moví un poco pero no se despertó para
nada, le di un besito pero estaba muerto. Él sabía como dormir. Lo que si lo
despertó fue el ruido de la puerta al abrirse repentinamente. Mi corazón se
había paralizado con el susto ya que estaba concentrada en despertarlo o por lo
menos molestarlo.
– Buenos
días. – Gruñó papá desde la puerta abierta. – ¿Cómo estas cielo?
Lo mire algo
confundida. – Bueno, – Mire hacía abajo a Paul que estaba aun acostado
desperezándose. – Algo confundida sobre qué hace Paul aquí conmigo. ¿No me fui
a dormir con Ed y Zoey?
Papá me miro
algo apenado, ¿de qué?
– Más o
menos cariño pero no te molestes ahora con esos detalles. – Papá había mirado a
Paul – Tú. Largo de aquí antes de que me… – No terminó de decir nada porque
Paul se levanto de la cama y solo estaba en bóxers. Ese pequeño detalle había
captado toda. Toooda mi atención.
Después de
eso todo paso muy rápido, nos movimos mas que rápido cuando papá pego un grito
tremendo que despertó a toda la casa. Pero como papá estaba con su atención en
nosotros no presto atención en Heath y Zoey que venían corriendo ambos con el
pelo mojado. Y hasta ahora pienso que fue lo mejor.
Papá nos
hizo desayunar juntos y les dio una hora a los “alborotadores de hormonas” para
que se fueran en “paz”. Mamá por otra parte les dio unos pedazos grandes de
tarta y los despidió diciendo que se pasaran luego por casa. Fue una típica
mañana en la casa Stonel.
Solo que después de eso ninguno había dado
señales de vida, solo Edward sabía de ellos pero no comentaba nada del tiempo
pasado con ellos, se limitaba a venir y a irse con ellos sin decirle nada a
Zoey, quien derrochaba encanto con él, ni a mi que amenace su bien más
preciado; su asquerosa laptop. Pronto iba a tener una visita al garaje, quizás
a las ruedas del auto de papá. Dios sabe que nunca me fijo en el espejo
retrovisor para ver que hay detrás.
Comencé a
reírme pero después me di cuenta que era una locura y que nunca lo haría.
Deseche los recuerdos y me metí en la ducha para despejar mi mente de todas
aquellas ridículas ideas. Para cuando salí me sentía más fresca y con mejores
ánimos.
Me vestí con
rapidez y sencillez, también colocando una ligera capa de maquillaje en los
ojos y en los labios, no era devota de la base correctora.
Baje las
escaleras con todo mi tiempo y recogí lo que necesitaba. No necesitaba
desayunar, así que salí de inmediato afuera y camine la calzada hasta llegar a
un lugar donde tomar locomoción, no estaba del ánimo para esperar a las chicas.
Pasadas las
once de la mañana estaba entrando al aula. Y por si fuera mi mala racha casi
choque con Mitchell.
– Hey Em. –
Dijo él mirándome con suma atención.
– Hey Mitch.
– Hable sin siquiera pensarlo. ¿Por qué? Porque ni si quiera se merecía ni un
ápice de mi tiempo, era un gusano traidor. Trate de pasar por el lado pero él
me detuvo poniendo su mano en mi brazo.
– Em
¿podemos hablar?
Lo mire como
si estuviera loco, primero me dejaba de un día para otro porque de pronto se
sentía utilizado por mí. ¡Por mi!! Ni siquiera sé en que forma pude haberlo utilizado
y después comienza a salir al día siguiente con mí pero enemiga, corrijo; mi
archí enemiga. Darla. Darly para los amigos. ¿Se dará cuenta de que tiene un
nombre de travesti mal pagado? Esta bien, si sonó como si estuviera
desesperada, pero nos hemos odiado desde la primaria y eso es algo que nunca
hemos olvidado o por lo menos yo.
Soy
rencorosa.
Me quede
mirando su mano para que captase el mensaje pero en vez de quitarla puso su
otra mano en mi mentón. Su mirada siempre me produjo escalofríos pero antes de
que estos llegaran me encontré comparándolo con Paul, aunque lo conocía de hace
muy poco me sentía bien con él, y ahora era él quien con su mirada azulada me
causaba mucho más que escalofríos.
– No se si
quiero escuchar lo que tu digas. – Hable por fin.
Mitch no se
rindió. Su mano se movía suavemente por mi mentón, – Quiero hablar contigo,
solo un momento. Prometo que seré breve.
Mire hacía
la puerta. – No será ahora Mitch.
Me solté de
su agarre y continué hasta la primera fila donde me sentaba usualmente. Sentí
que alguien movía la silla a mi lado pero no preste atención estaba más
concentrada en buscar mi lápiz negro que estaba segura había dejado.
– Toma.
Pegué un
respingo al escuchar la voz de Heath a mi lado pasándome un lápiz.
– Vaya,
gracias. – Saqué mi cuaderno de apuntes sin mirar mi bolso siquiera.
Heath
sonrió, – No tienes que mirarme de esa forma sabes, no soy un espectro ni nada
por ese estilo.
Le devolví
la sonrisa tímidamente, ahora que lo conocía un poco mejor ya no luchaba contra
esa aura que rodeaba a Heath, la única a la que no le producía nada era a Zoey
pero a mi me causaba un aura de desconfianza y desconcierto, sabía a través de
Paul que era una persona de confianza pero aun así no podía dejar de pensar que
había algo en Heath que asustaba. Tal vez estaba un poco loca.
– No te veía
hace en días, ni siquiera le he contado a Zoey que no habías aparecido a clases
en estos días.
Heath se
encogió de hombros. – He estado ocupado. Muy ocupado.
Lo mire
interrogante pero él solo me sonrió de nuevo, no era una sonrisa de verdad
feliz sino… triste. Sin pensarlo puse mi mano sobre sus manos unidas sobre la
mesa en frente de él. Ambos nos sorprendimos por eso, no es que no fuera una
persona amorosa pero mis expresiones amorosas me las guardaba para mi familia.
Pestañee
para ocultar un poco mi sorpresa. – No parece que haya sido algo bueno en lo
que estuviste ocupado.
Un suspiró
pesado salió de los más profundo de su garganta. Aun así no alejo mi mano al
contrario la palmeo antes de juntarla con las suyas. – Aunque quieras parecer
como una barbie fría y cruel no lo eres y para tu mal eres más parecida a tu
hermana de lo que crees.
– Aunque
intentes alagarme no evitaras el que busque una respuesta.
Me sonrió
antes de apartar mi mano. – No recuerdo que hayas hecho una pregunta.
Bufe. – ¿Por
qué estás tan deprimido?
Heath se
rasco la barbilla, tenía la barba de dos días por lo menos. – No lo sé, y eso
es triste. No he querido pasar a visitar a Zoey temo deprimirla si le comienzo
a contar mis problemas y eso no sería justo, ella debería estar feliz por su
cumpleaños.
Le jale el
cabello. – Ella no esta feliz ahora, créeme.
Heath se
acomodo su cabello. – Sabes Louis espera un bebé.
Lo mire
confundida pero de pronto recordé la descripción que Edward había hecho de ella
hace unos días, básicamente había dicho que era una víbora.
– ¿Debo
pensar que esa no es una noticia feliz?
Heath medito
un momento mirando la puerta. Nuestro profesor llegaba con cinco minutos de
retraso. – Depende de cómo lo veas. Por mi parte siento algo de pena porque ese
niño llegue a esta familia disfuncional, papá esta extasiado y Louis esta feliz
de destronarme den lo que ella cree es la pirámide alimenticia de nuestra
familia, cree que así papá me desheredará o por lo menos me mandará lo
suficientemente lejos como para no molestarla durante el embarazo. Debo admitir
que yo también lo creo.
Lo mire más
confundida que antes. – Heath, tu padre te adora no creo…
– No
apuestes por ese lado, por lo general no es de fiar. La última vez termine en
un internado con cuatro años y sin hablar una pizca de francés, sino fuera por
Paul me hubiera vuelto loco.
– Y sin tu
osito Grizzly, recuérdalo. – Dije para aliviar un poco el ceño fruncido que
había comenzado a formarse mientras hablaba. Gracias al cielo había funcionado,
una expresión de ternura había aparecido en su rostro.
– Cierto.
– Ánimo no
pienses más en eso, ahora dime ¿por qué Paul me evita?
Una
expresión de misterio apareció en su rostro. – Por nada.
– Heath.
Levanto las
manos en señal de rendición. – No puedo decírtelo pero es algo importante.
Antes de que
pudiera seguir interrogándolo el profesor entro en el aula y todos se
acomodaron para tomar apuntes. Mi mente no estaba para nada en la clase así que
fueron pocos los apuntes que tome. Estaba preocupada pensando en que le ocurría
a Paul que apenas y me percate de cuando Heath se tenso en su asiento mirándome
de forma extraña. Le devolví una mirada vacía preguntándome que me había
perdido pero antes de que dijera nada el profesor comenzó a dictar la cita de
un libro que debíamos buscar urgentemente para la siguiente clase.
Cuando llegó
el receso no pude evitar saltar de mi asiento y estirarme. Mire a Heath pero ya
estaba camino a interceptar al profesor con su cuaderno, me acerque hasta donde
estaba por simple curiosidad ya que su cara se veía ansiosa.
– Pero si lo
que dice es valido en cualquier constitución y en las leyes de cada región no
hay ningún problema…
El profesor
levanto una mano para acallarlo. – Te sugiero que vayas a la biblioteca después
de clases y revises este libro… – Anotó el nombre del libro y la sección y se
lo entregó – Personalmente creo que es válido pero si quieres estar seguro
léelo, te parecerá instructivo. Ahora no tengo tiempo para más, con su permiso,
jóvenes.
Mire a
Heath. – ¿Qué ocurre?
Heath me
miro. – Después de clases tu y yo a la biblioteca.
Le sonreí
encantada, mientras lo ayudaba iba a saber porque Paul me evitaba como a la
peste. – Es una cita.
Heath
sacudió la cabeza con resignación pero no dejaba de apretar su mano en un puño.
– Cuenta con ello… –
Suspiro con pesadez – Cuanta con ello.
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